Ezequiel está solo en casa mientras sus papas están de viaje. Carga con el peso de desear otros hombres y mantenerlo en secreto. Hasta que conoce al Mono, un hermoso skater, que es más que el deseo y la experimentación que buscaba. Margo Berger es un director sofisticado y con mucha sutileza construye su historia sin ser obvio pero también siendo transparente en las ideas y la construcción de personajes. Como de costumbre, Berger tampoco se deja domesticar y trata temas complicados, esos que hoy nadie se atrevería a tratar sin aclarar en exceso su posición. La tensión, el erotismo, el amor, el deseo. Cada detalle de miradas, de palabras, cada espacio aprovechado por la puesta en escena con inteligencia. Un tema en manos de un buen cineasta siempre es un tema interesante y novedoso, aunque recorra historias y mundos conocidos.