Cuentos que nacen de otros cuentos
No toda vez que se parte de la explotación de una idea previa exitosa, se intenta repetir punto por punto lo que sirvió de la fórmula para lograr un nuevo suceso. Este tipo de decisiones de voltear el timón y hacer algo distinto, a veces resulta una decepción y otras, como en El cazador y la reina del hielo, una pequeña sorpresa. Recordemos que al igual que La leyenda de Blancanieves y el cazador, esta historia se basa en el cuento infantil dándole un tono más realista y oscuro a un cuento de brujas, caballeros y princesas. En la versión anterior, Blancanieves le cedía protagonismo al personaje del cazador y en esta, el musculoso del hacha hace lo propio con una compañera guerrera con quien comparte cartel (Jessica Chastain) y hasta con la hermana de la bruja Ravenna (Charlize Theron), la todoterreno Emily Blunt personificando a la Reina del Hielo.
Pero el desafío no sólo se queda en abrir el juego con la incorporación de tanto personaje de relevancia casi propia de un film coral, sino en la forma de presentar al producto: es precuela porque comienza a narrarse mucho antes de la historia de Blancanieves, luego se convierte en secuela porque su segunda parte transcurre a partir de lo que sucede allí, y no deja de ser un spin-off ya que desarrolla las historias de personajes secundarios dándoles líneas argumentales totalmente diferentes a las conocidas en el cuento clásico.
Por fortuna todo eso funciona y la película brilla con estilo propio. El director Cedric Nicolas-Troyan tampoco juega a convertir a este nuevo cuento en algo épico lleno de batallas al estilo El señor de los anillos como sí las tenía la anterior, pero no por eso deja de incluir efectos especiales efectivos ni combates cuerpo a cuerpo emocionantes. También le da el interés amoroso a nuestro cazador que no estaba destinado a Blancanieves y desarrolla una nueva villana con sentimientos contradictorios al estilo Maléfica resultando, también como en aquella oportunidad, manipulada por un ser superior.
La historia comienza cuando la reina Ravenna (Theron) decide eliminar secretamente a su sobrina bebé cuando el espejo le revela que será más linda que ella. Esto provocará que la madre de la niña, su hermana Freya (Blunt), explote de ira y dolor y se convierta, una vez exiliada en el norte, en la Reina del Hielo, sin creer de allí en más que sea posible el amor. Y con esa premisa cría y entrena a un ejército de niños a los que les impone esa condición que implica privarse de sentimientos, o al menos exteriorizarlos para no mostrar ninguna debilidad. En ese grupo se encuentran Eric (Hemsworth) y Sara (Chastain) que al crecer se enamoran sin poder impedirlo y son separados al ser descubiertos por la reina. Para ello Freya apela al engaño -en una creativa escena- tras lo cual se produce el exilio de Eric, convertido de ahora en más en el cazador que da nombre a su personaje. Tiempo después, ya luego de lo transcurrido en la historia de Blancanieves que detona una nueva intervención de Freya ante la muerte de su hermana, Eric tendrá la posibilidad de impedir que la Reina del Hielo siga expandiendo su fuerza y dominio tratando de evitar que se apodere del espejo más famoso.
No puede negarse la influencia de Frozen y de tantas otras historias en esta película que no tiene empachos en hacer uso de todo tipo de ideas recientes sin temer a las comparaciones, pero si así resulta es por la pericia de su director y guionistas en construir la trama de modo que no existan fisuras ni que se puedan hacer demasiadas preguntas en cuanto a la coherencia de los sucesos o acciones de sus personajes. Hay un par de lugares comunes, eso sí, y una historia romántica que se apoya más en la química que puedan lograr Hemsworth y Chastain que en la lógica de su comportamiento frente a las circunstancias, pero todo fluye y se hace disfrutable sin disrupciones molestas. Emily Blunt hace un buen trabajo dotando de expresiones creíbles a su Reina del Hielo sin verse obligada a cantar como Elsa y evitando de esa manera comparaciones un poco más vergonzosas. A Charlize no se le puede reprochar nada en la continuidad de su personaje, tan bello como perverso y tampoco a esos enanos reflotados y separados de su grupo original ahora con historias propias y mayor lucimiento de su gracia.
En definitiva El cazador y la Reina del Hielo no va camino a convertirse en un clásico, ni siquiera a ser reversionado en un libro que decore una biblioteca y pida ser leído por un niño ávido de cuentos, pero consigue la solidez de una película de aventuras con todos los elementos indispensables para pasarla bien. Incluso hasta con la capacidad de hacernos olvidar de que Thor blande una espada y no un martillo.