Reinterpretando un clásico
Película para adolescentes, es secuela y precuela esta historia épica que suma personajes a “Blancanieves y el cazador” en una fórmula demasiado visible.
El cazador y la reina del hielo es una versión extrema de la mutación narrativa de los cuentos infantiles. Amparado en una marca, Blancanieves, en símbolos universales como el poderoso espejo y personajes como la reina malvada, aquella vieja historia de la tradición oral que hicieron famosa los hermanos Grimm, se convierte bajo la dirección de Cedric Nicolas Troyan en una trama nueva, un filme de acción con grandes batallas y efectos especiales para un público global.
Es secuela y es precuela esta historia que excede en el tiempo y suma personajes a su antecesora Blancanieves y el cazador. Forma parte de la catarata de adaptaciones y reinterpretaciones de clásicos infantiles reinventados para adolescentes que parece recién comenzar, y que tiene casi siempre detrás al productor Joe Roth (Maléfica, Alicia... de Burton).
Aquí, la malvada Reina Ravenna vuelve a ser Charlize Theron, aunque todavía no sabe que será derrotada por Blancanieves. Y aparece en escena su hermana Freya (Emily Blunt), que sufre la peor tragedia, pero descubre sus poderes, la posiblidad de dominar el hielo, y el mundo. Y entonces huye del reino.
Por décadas se recluye en un remoto palacio invernal en el que convierte niños en guerreros cazadores. Allí está prohibido el amor, pero sus soldados más valientes, Eric (Chris Hemsworth) y Sara (Jessica Chastain) desafían la norma. Y animan una historia nueva, enlazada con la película anterior y con la parafernalia de símbolos que confluye exagerada aquí: enanos, reinas y guerreros, la lucha por el espejo mágico, la (im)posibilidad de renunciar al amor, la maldad de dos hermanas poderosas, la belleza como sinónimo de poder.
Fórmulas demasiado visibles para esta historia épica que apenas funciona por el cuento en el que se inspira, la acción y protagonistas que piden a gritos personalidad.