El elenco es muy bueno. Chris Hemsworth es un muy buen actor más allá de su figura de rubio nórdico afianzada por las películas de Thor; Charlize Theron es capaz de todo; Jesscia Chastain es una actriz perfecta. Lástima que, para encontrarle la vuelta al final de Blancanieves y el Cazador, éxito sorpresa -y justo- de hace unos años, encima sin Kristen Stewart, los guionistas y el realizador han construido algo así como un enredo laberíntico (no, no hay redundancia) donde se intentan contar demasiadas cosas de la manera más complicada posible. No solo eso: el gran problema de esta película es que no sabemos realmente qué desea ser. ¿Una fantasía de capa y espada a la manera de El Señor de los Anillos? ¿Una reversión en clave trágico-shakespereana de los cuentos de hadas? ¿Un “palo y al a bosa” superheroico de pura bomba y trompada? Cualquiera de las tres alternativas (hay más, pero el espacio no alcanza) funcionaría si se decidiera ir en tal camino y listo. Pero no: como el asno ante los dos montones de heno, no hay decisión al respecto. Y sabe el lector que, en esos casos, el asno se muere de hambre. Así, con todo su ruido, El cazador... no deja de ser un film famélico.