Western futurista, duro y tensionante
El filme de David Michod, protagonizado por Guy Pearce y Robert Pattinson, se puede ver en el Visual.
Es un filme difícil, duro y seco. El cazador es un western futurista en el desierto de Australia. En ese escenario, aborígenes, extranjeros y forajidos cruzan sus existencias entre la escasez de agua, comida y dinero, y la abundancia de polvo, sudor y amenazas.
“Una amenaza significa que algo queda por suceder”, dice uno de los personajes principales, allí donde todo se vuelve extremo.
Los motivos para matar y exponerse a morir resultan irracionales para el hombre común, y la diferencia entre pasar a la historia o continuar la marca del instinto, uno que debe desarrollarse incluso más que el olfato de un perro vagabundo.
“Si no madurás no sobrevivirás” es la regla ante esa sensación de peligro latente que copa una narración donde la aridez del paisaje y sus silencios forman parte del reparto.
¿Quién mata o quién muere? No cuenta. Sólo la memoria de quien aprieta el gatillo lo rescata.
En ese lugar que devora a vivos y muertos, Rey, un muchacho con retraso mental, y Eric, un hombre solitario, torturado por un secreto, a quien nadie conoce ni pretende conocer, atraviesan el inhóspito territorio.
Uno busca reencontrarse con Henry, el hermano mayor que huyó con su banda y lo abandonó moribundo después de un enfrentamiento a sangre y fuego.
El otro se obstina en recuperar su automóvil, robado en la misma huida.
“El vagabundo” es la traducción literal del título original de esta cinta que fue estrenada fuera de concurso en el último Festival de Cannes, con actuación protagónica de Guy Pierce, visto en papeles de todo calibre en Memento, Prometeo, El discurso del Rey o Iron Man 3.
Y a su lado está ni más ni menos que Robert Pattinson, bien plantado en el otro extremo de su personaje de vampiro enamorado en la saga juvenil Crepúsculo, y por supuesto, lejos de los suspiros de las chicas.
Tiene guión y dirección del responsable de Animal kingdom, película del año 2010 en la que también participó Pierce, y que recibió varios premios y nominaciones, además de lanzar la carrera de David Michod directamente a la consideración internacional.
Nuevamente, este joven cineasta demuestra su habilidad para mantener la tensión, con un relato de poco más de una hora y cuarenta minutos de duración, donde cada segundo plantea un nuevo interrogante y la respuesta deviene absoluta y honesta.
Se trata, ni más ni menos, que de una tesis de realización y actuación con un pleno aprobado.