Letargo apocalíptico
"The Rover" o "El cazador", como se conoció en nuestro país, es una propuesta que mezcla varios sub géneros del cine como el western, el road movie, el cine apocalíptico, el thriller y el drama, todo bajo un manto de espíritu independiente y reflexivo. Este último dato no es menor, ya que muchas personas pueden confundirse y pensar que están yendo a ver un preludio de la inminente "Mad Max" y la verdad es que esta película dista mucho de ese tipo de cine. Su narración no es de tipo mainstream, ni lo es su dinámica de filmación, de hecho es un film con aura festivalera, de esas que al espectador común suelen parecerle tediosas y sin sentido.
En esta ocasión, voy a coincidir con el espectador promedio en el calificativo de "tediosa" y voy a sumarle algunas cuestiones más.
Si hablamos de la trama, claramente la propuesta tiene un sentido y está logrado en algunos aspectos. Por ejemplo la sensación de desolación y desesperación que nos quiere transmitir el director David Michod ("Animal Kingdom"), se logra. El espectador puede vivir el letargo que tienen los protagonistas e incluso sentir un poco de la desesperación que viven los mismos en pantalla ante la desolación de un mundo que se fue al tacho, pero esta desesperación se mezcla con otra, no buscada de forma adrede por el director, que es la sensación de ver que el metraje pasa y la resolución del nudo avanza hacia un final predecible y poco trascendente. Si la película se concibió para ganar algunos puntos con el público festivalero, más habituado al cine de autor, lo logró. Si la intención era además encantar a una gran parte del público que asiste a los cines, no logró entablar empatía y su dinámica lenta y monótona se pasa de rosca. Se puede hacer cine de autor y lograr mejores resultados con el público.
Para que se ubiquen en la trama, les va una pequeña sinopsis. El mundo a colapsado económicamente y han pasado ya 10 años de estos acontecimientos. La historia nos sitúa en Australia, un lugar violento que ha albergado a inmigrantes tratando de sobrevivir a la debacle. En este contexto, nos presenta a Eric (Guy Pearce), un tipo dejado, deprimido y casi robótico que para a tomar un trago en un bar karaoke oriental bien bizarro. Un grupo de delincuentes que venía escapando vaya a saber uno de que, roba su auto y se da a la fuga, despertando en el protagonista una furia determinada a recuperar su vehículo como sea. En el camino se topa con Rey (Robert Pattinson), el hermano con problemas mentales de uno de los delincuentes que fue abandonado durante un robo. Entre ellos se forma una extraña sociedad para recuperar el auto, Eric, y para vengarse de su hermano, Rey, por haberlo abandonado en el lugar de los hechos.
Para rescatar, los trabajos interpretativos de Guy Pearce ("Memento") y Robert Pattinson ("Cosmópolis"), que conforman una pareja despareja con algunos momentos de alta actuación. Otra cuestión también muy bien lograda, tiene que ver con la fotografía de la producción, que logra transmitir a través de sus planos el lugar inhóspito y agresivo en el que se convirtió el mundo.
En general, la propuesta no aporta nada nuevo en ninguno de los sub géneros que transita, se pasa de lenta y reflexiva pensando muy poco en el espectador promedio, presenta un visión muy violenta del mundo sin ahondar en el contexto que lo llevó a caer en ese estado y el final resulta bastante predecible.
Una propuesta más pensada para la persona interesada en el proceso de la misma y no tanto en el resultado final.