La gran comilona
Hace unas semanas se estreno en Buenos Aires el “El Gran casamiento”, que se enrolaba en el genero de la comedia, siendo un ejemplo rancio del mismo, antiguo, previsible, pero sobre todo chabacano, desperdiciado una selección de actores que empieza con Robert de Niro, Susan Sarandon o Diane Keaton como iconos consagrados, hasta llegar a Amanda Seyfried o Thoper Grace como jóvenes que ya dejaron de ser promesa y son una realidad, pero el filme no funciona pues ni las actuaciones lo salvan.
En este caso podríamos estar en presencia de una situación similar, una comedia pasatista, demasiado liviana en una primera lectura, pero…. es una producción francesa, y reza un axioma, acertado o no, que no importar el género la cinematografías de ese país intenta, y casi siempre lo logra, plantear la posibilidad de otras lecturas subyacentes al relato.
La historia gira alrededor de un joven, Jacky Bonnot, quien sueña con triunfar como chef en un gran restaurante. Pero su frágil situación económica le obliga a aceptar trabajos como cocinero en lugares donde su “arte” no es aceptado, por lo que no dura mucho en ninguno.
Un día se cruza en su camino Alexandre Vauclair, un célebre chef, tradicional por donde se lo mire, que se ve inmerso en la necesidad de un cambio hacia lo moderno por la posibilidad de perder una estrella en el catalogo de restaurantes, e impuesta por los dueños, y cuya imposibilidad de realizarlo amenazaría su estabilidad laboral.
En esta pelea entre lo clásico y lo moderno, jugado desde la comida, se despliega la toma de posición del director, casi ironizando la cocina molecular, o la más francesa nouvelle cuisine, la comida rápida sin elaboración, o la más internacional cocina de “autor”, pasando por las nuevas tendencias culinarias, la comida sana, hasta los cocineros mediáticos, pero atravesado por las relaciones humanas, los celos, la envidia, el amor filial, de pareja, la amistad, todo se ponen bajo la lupa de las diferentes preferencias.
Algo así como que en gusto no hay nada escrito, pero de lo humano hay demasiado.
El problema principal se encuentra entonces en la vaguedad de las subtramas, puestas sólo en función de desplegar y acrecentar cierto ritmo de la trama principal, pero la falta de construcción de estas terminan por parecer casi innecesarias,. Historias tales como la hija del famoso chef que lo castiga haciendo gala de su preferencia por el fast food, o la mujer del joven cocinero a punto de parir, quien le exige al marido aceptar trabajos en desagrado, razón que le obliga a mentirle piadosamente, más por no herirla que por cobardía.
Lo mejor esta en las actuaciones. Jean Reno demuestra su versatilidad para cualquier género cinematográfico, construyendo un personaje duro por fuera y tierno por dentro, muy bien acompañado por Michaël Youn quien hace solemnidad de cómo generar empatia con el espectador.
No hay una búsqueda estética, no intenta deslumbrar con ello, ni variantes de estructura narrativa, sólo el hecho de contar una historia simpática, simple, incluyendo elementos que permiten poder analizar esa realidad un poco más allá del texto.
Una comedia como las de antes, pero en ritmo actual, que parece superficialmente estar bien sazonada, pero que en realidad, en la preparación de los platos principales esta el secreto de su éxito.