Una receta algo repetida
En los últimos años, la comida se convirtió en el nuevo fetiche para las clases más o menos acomodadas de todo el mundo.
Libros de cocina que se convierten en best sellers, reality-shows y además, la avidez por descubrir nuevos sabores, desde lo étnico hasta los experimentos moleculares. Todo esto conforma un escenario ideal para el cine, con la cocina como escenario del drama, la invención, el romance y por qué no, para la obra suprema y efímera de un plato creado por los nuevos artistas del presente, que hacen lo suyo desde la ficción o el documental, en películas como Sin reservas, El Bulli: Cooking in Progress e incluso Ratatouille, solo para mencionar algunos títulos recientes.
Y entonces llega El chef, cine industrial francés que intenta explotar el fenómeno con una comedia protagonizada por una estrella como Jean Reno, que compone a un cocinero obsesionado por las estrellas de la Guía Michelin –la mayor distinción del mundillo culinario– con todos los tips que se supone que debe tener un tirano de la cocina hecho y derecho. Lo acompaña Michaël Youn, como otro cocinero pero sin suerte, a punto de ser padre, que no logra retener un empleo a partir su obsesión por brindar a los comensales lo mejor en cada plato sin negociar sabores ni costos.
No pasa casi nada antes de que ambos personajes se unan, conformando una pareja despareja de manual, que juntan fuerzas y talento contra el dueño del prestigioso restaurante que quiere desplazar al viejo cocinero por un chef moderno, arriesgado y sobre todo, a la moda. Y por supuesto, mientras que las ollas se calientan, mientras el milagro de la alquimia molecular logra un nuevo sabor y la ecuación "tradición vs. modernidad" encuentra un punto medio, los protagonistas van resolviendo sus vidas afectivas, dañadas por su obsesión culinaria.
Todo esto da como resultado una comedia que en sus mejores momentos apenas logra el esbozo de una sonrisa, una película muy menor que apela a una comicidad rústica, de un cine viejo y sin ideas.