Una cocina sin sabor
“El chef” es una comedia extraña. En parte película de compañeros, el clásico tándem de la pareja despareja, es también una parodia sobre algunas especificidades de la alta gastronomía -especialmente pone en ridículo la llamada cocina molecular- mezclada con la historia arquetípica del perdedor con buenas intenciones que lucha por conseguir su sueño. El protagonista es un cocinero exquisito pero frustrado, condenado a trabajar en fondas de mala muerte de las que lo echan por sus gustos refinados, o a pintar ventanas de un geriátrico y con una esposa a punto de ser madre. Justamente allí conoce a su ídolo, el chef más distinguido de Francia, dueño de las míticas tres estrellas de la guía Michelin, pero en franca caída ante la moda de, como se muestra, transformar por ejemplo un pato al horno en cuatro cubos gelatinosos. A priori era una trama con potencial, pero ni el director ni el elenco pudieron remontar un guión que se dispersa en cuestiones menores, subtramas y diálogos sin ingenio, algo esencial en una comedia. Tampoco los actores aciertan en el timing. Sin embargo Jean Reno, a cargo del chef estrella, muestra, una vez más, que es un actor versátil e impone su solvencia aun en las partes más absurdas del filme, como cuando aparece disfrazado de oriental o cuando interactúa con el personaje de Santiago Segura como un referente español de la cocina molecular, un personaje en el que el actor ibérico sale del paso con dignidad de lo que le tocó en suerte.