La razón del movimiento
Dos películas pueden ser distintas pero, al mismo tiempo, contener elementos que las hagan parecidas entre sí. Las estructuras argumentales pueden ser diferentes pero el estilo de narración, la puesta en escena y los temas conectan obras que, en su planificación y filmación, son opuestas. En la cartelera de estos días se puede ver La traición, un muy interesante film de ese incansable director llamado Steven Soderbergh. La historia se centra en una agente secreta que trabaja para múltiples gobiernos llevando a cabo peligrosas misiones. En una de ellas el plan fracasa porque su propio grupo de trabajo la traiciona. Al no poder matarla, ella buscará venganza. Pero, mientras busca la revancha, es perseguida por los mismos que ella quiere eliminar. Es una película lograda porque contagia ese dinamismo extremo que -como su realizador- nunca parece tomarse una pausa. Es un metraje que se mueve constantemente gracias a la participación de una figura central en el relato.