Más allá de la religión
Compleja, misteriosa y valiente es El cielo elegido (2010), película dirigida por Víctor González que pone en jaque el discurso religioso al contraponerlo brutalmente con la cotidianeidad, a partir de las experiencias de tres curas en situaciones extremas.
La historia es contada a través del joven e idealista cura Pablo (Juan Minujín) cuya vida en el seminario se disputa entre las experiencias de su superior Orbe (Omar Núñez) y la sabiduría y desencanto del anciano sacerdote Claudio (Osvaldo Bonet). Una serie de acontecimientos pone en jaque su fe y lo lanza a descubrir una trama de engaños y manipulaciones.
Desde los primeros minutos del filme, vemos al cura Pablo frente a una decisión extrema en la que deberá tratar de “encajar” su oficio de sacerdote –y el discurso católico- con una situación extrema en un penal amotinado. Uno de los presos le exige que cumpla con “su trabajo” salvando el alma de un recluso agonizante. Al hacerlo el recluso es fusilado frente a sus ojos. La brutalidad de la escena sorprende tanto a Pablo como al espectador.
Si uno piensa la película en su totalidad, encontrará una serie de hechos similares, en donde la vida cotidiana deja inutilizado el discurso religioso y pone en crisis la elección espiritual del joven cura: los affairs de Orbe contrapuestos a su fe ciega, el marketing religioso (donde varios curas asisten a un curso de oralidad para misa) contrapuesto a las necesidad del personaje de Juan Minujín de hablarle espontáneamente a sus fieles, las escenas de sexo con el pasional personaje de Jimena Anganuzzi y la impresionante escena final que, por supuesto, no adelantaremos aquí.
En esta poco habitual temática en el cine argentino Víctor González, que previamente había dirigido Ciudad de Dios (Cidade de Deus, 2003) –no estrenada comercialmente- y el cortometraje Destinos marcados (1999), se destaca por su valentía y franqueza a la hora de exponer su visión acerca de la religión en El cielo elegido. Acompañado en la escritura del guión por Huili Raffo, logra dar con una historia fuerte pero personal, donde el dilema espiritual pasa introspectivamente por los personajes.
La forma de hacerlo es utilizando una estructura de thriller, con trama de misterio mediante, cargado de manipulaciones, mentiras y fundamentalismo religioso, donde los hechos cobran fuerza a razón de dos componentes esenciales a la naturaleza humana como lo son la violencia y el sexo, que chocan brutalmente con el misticismo de la Iglesia católica. Y vaya si lo hace.