De la fe al crimen
La película del director Víctor González comienza como un relato dramático donde se cuestiona la fe del personaje central, un joven seminarista encarnado por Juan Minujín.
El cielo elegido impulsa a sus tres personajes, hombres de fe que se mueven en la Iglesia, hacia límites insospechados y también peligrosos. Pablo se convierte en un instrumento de Claudio (Osvaldo Bonet), el cura anciano que le propone, a cambio de una recompensa, cometer un asesinato. Y también se enterará del secreto que guarda su superior Orbe (Osmar Nuñez). Demasiado para un hombre que profesa la fe católica y siente atracción por una chica (Jimena Anganuzzi) que frecuenta la parroquia. Pablo está entre la espada y la pared y luego de un crimen deberá escapar del lugar que supuestamente lo protege.
El film combina varios elementos que no dan siempre en el blanco a partir de un tratamiento argumental que se codea con el drama y deja lugar al thriller más oscuro y sangriento. Pablo y Claudio (postrado en una silla de ruedas) persiguen a su superior por los pasillos del cementerio de la Chacarita para enterarse de un misterio.
Con intenciones de provocar al espectador, la película pierde su rumbo y realmente no se entiende (¿por qué Pablo actúa como lo hace?) hacia dónde apunta. Demasiados elementos en juego, parlamentos más recitados que actuados que le quitan verosimiltud a la trama (a pesar de contar con buenos actores como Osmar Nuñez) y un desenlace que promete ser pomposo, en un pueblo alejado, con presencia de lugareños y un ovejero alemán amenazante. Como una suerte de encarnaciones del Mal, los personajes se mueven entre el camino de la fe y el crimen. Lástima que el espectador no lo encuentra y se siente perdido.