Lucha de formas
Entre la intrascendencia y el genuino interés es donde transita El cielo otra vez, sin definirse por ninguna de las dos alternativas. Esto sucede porque su construcción formal y narrativa sólo se pone de a ratos al servicio de su tema.
El documental cuenta el esfuerzo de conservación del cóndor andino, realizado por un grupo de biólogos y voluntarios argentinos que recurren a los últimos avances de la biotecnología, sin dejar de lado -más bien incorporando- la cosmovisión de los pueblos originarios sobre la naturaleza y la representación simbólica de este ave, la más grande del mundo en su tipo por cierto, a la que consideran sagrada. Ya en esta premisa aparecen tópicos temporales y espaciales, con su propia lógica interna, que el cine puede ayudar a transmitir al espectador, haciéndolo tomar consciencia del universo que contempla. Pero el realizador Gustavo Alonso -quien tenía un par de antecedentes interesantes en Rompenieblas, una historia de psicoanálisis y dictadura (2007) y La vereda de la sombra (2003) – sólo consigue explotar esta potencialidad en algunos pasajes. Cuando lo hace, tenemos ante nosotros un film que aprovecha el excelente trabajo en la fotografía para configurar un paisaje con vida propia, que es un protagonista en sí mismo, además de acciones y ritos donde el tiempo parece detenerse, uniendo lo humano con su entorno natural.
Sin embargo, El cielo otra vez parece no confiar del todo en el material que tiene a mano ni en las capacidades del público que aparece en su horizonte de expectativas, con lo que recurre a entrevistas demasiado esquemáticas en su puesta en escena, además de un montaje y una banda sonora donde se subraya, hasta más de una vez, todo lo que pretende transmitirse. En consecuencia, transcurren muchos minutos donde da la impresión de estar asistiendo a un capítulo de La aventura del hombre. El cine se pierde y lo que queda es un formato televisivo, muy limitado en su impacto, que cuenta todo en piloto automático.
Muy desparejo, sin consolidar un punto de vista sólido, aunque sacando a la luz un área de la realidad con elementos que se salen de lo previsible, El cielo otra vez es un documental que pareciera no haber cerrado totalmente su proceso creativo y narrativo. No deja de ratificar ciertas capacidades de Alonso, pero tampoco implica un avance significativo para su carrera. Quizás, con suerte, su mejor film todavía se hace esperar.