Laberinto mental
Roberto Román es un experto en la "memoria humana". A los 27 años se destacó por un trabajo que llegó a ser publicado en una revista científica y desde entonces carga con el peso de ser considerado poco menos que un genio, y también carga con algo menos gratificante. De regreso a Chile, vuelve a enseñar en la universidad donde estudió. El relato alterna clases acerca de la "memoria episódica" y la "memoria de trabajo" con la relación amorosa de Román, su relación con el decano y con el hecho de vivir todavía con su madre.
Un problema muy serio que tiene este filme es que a los actores no se les entiende prácticamente nada cuando hablan. La mayoría de los diálogos son inentendibles, un poco por el mal sonido directo, y otro mucho por la pésima modulación y dicción de los intérpretes, además del uso del argot chileno. Es una verdadera pena, porque muchos de esos diálogos son fundamentales para comprender buena parte del relato, en especial los referidos al aspecto científico. Aún así, el director consigue buenos momentos, casi oníricos, donde resuelve con ingenio las idas y vueltas que tienen los recuerdos y vivencias del protagonista. De esta manera, queda apreciar el filme desde lo visual, prestar atención a lo que el director elije mostrar en segundo plano y agudizar el oido para tratar de entender algo, aunque el intento puede resultar algo frustrante.