Los peligros de Internet
Protagonizada por Emma Watson y Tom Hanks, este thriller tiene un interesante planteo que no se sostiene en su desarrollo.
"La información es poder”. Esta vieja frase, que algunos atribuyen a Francis Bacon y otros a Thomas Hobbes, hoy cobra más vigencia que nunca con la inimaginable cantidad de datos personales que manejan empresas como Facebook o Google. El círculo propone una distopía de gran actualidad, en la que una de esas corporaciones tecnológicas, que se presentan a sí mismas como empresas modelo y garantes de la democracia, muestra su lado oscuro.
Basada en el best seller del estadounidense Dave Eggers, la película retrata a la perfección los paraísos artificiales creados -comida gratuita, deportes, recreación y espacios verdes mediante- en esas oficinas, como para que los empleados no noten que están entregando sus vidas, en cuerpo y alma, al trabajo. En ese ámbito se mete el personaje de Emma Watson -actriz sobrevaloradísima-, que arranca desde el escalón inferior y se convierte en un emblema de la compañía a un precio muy alto.
También es lograda la caracterización de los dueños, que más que CEOs parecen gurúes de autoayuda, con discursos motivacionales que enmascaran su codicia y su ambición de poder. Y, sobre todo, es atinado el planteo sobre el peligro de que esas corporaciones sean las poseedoras de un monstruoso banco de datos. Que va desde los impuestos que pagamos hasta nuestras preferencias políticas, incluyendo movimientos y rutinas diarias. Cualquiera que tenga esa información puede hacer que la libertad que prometía Internet en sus inicios se convierta en todo lo contrario: la concreción, a escala global, del panóptico de Bentham.
Pero a medida que la historia avanza, El círculo se va deshilachando. Al guión se le notan los hilos, se vuelve esquemático, desnuda una falta de emocionalidad sorprendente en sus personajes. Y se completa con uno de esos finales atroces que nos sigue regalando Hollywood.