La contracara de la tecnología. El uso (y abuso) de las redes sociales. La pulsión por compartirlo todo. Basada en el best seller homónimo del aquí coguionista Dave Eggers, El círculo se nutre principalmente del ideario distópico 2.0 de la serie británica Black Mirror para un thriller con más falencias que logros.
Mae (Emma Watson) es una joven empleada en el área de atención al cliente que ve en el ingreso a The Circle, una poderosa compañía de desarrollo de software, la posibilidad de acceder a las grandes ligas empresariales. Rápidamente descubre que detrás del clima laboral ameno y distendido subyace el peligro de la sobreexposición de la vida íntima, el quiebre absoluto de los límites entre lo público y lo privado.
Sucede que el CEO de la compañía (Tom Hanks) acaba de presentar una cámara del tamaño de una canica que puede colocarse en cualquier lado, permitiendo ver y oír en vivo y en directo lo que está sucediendo desde donde sea. Mae, en principio, se muestra reacia a la iniciativa, pero después de que la critiquen por no tener sus redes sociales “al día”, cambiará de parecer –así, en dos minutos– y se someterá a la particular experiencia de transmitir toda su vida con el flamante dispositivo.
El quinto trabajo como director del hasta ahora indie James Ponsoldt (el mismo de las muy buenas The Spectacular Now y The End of the Tour) es una de esas películas más interesantes en los papeles que en la pantalla. Falta de ritmo y con una estructura narrativa que cae una y otra vez en la exposición de sus protagonistas ante empresarios y/o otros empleados, El círculo se propone como una reflexión sobre el mundo digital, aunque su final cargado de un peso moral muestra que la reflexión es una lisa y llana bajada de línea.