Anexo de crítica: Con El Cisne Negro los detractores de Darren Aronofsky seguirán teniendo sus motivos para odiar a este talentoso, inteligente y algo presuntuoso director de cine. Huelga decir que sus fanáticos lo van amar un poquito más y quienes recién lo descubren seguramente correrán a conseguir una copia de Pi, Réquiem para un sueño, La fuente de la vida o El luchador, todas ellas grandes películas. En su nuevo opus es tan absorbente el papel que interpreta con exquisita sensibilidad Natalie Portman (en el rol de su vida, sin duda) que casi todo lo demás pasa a un segundo plano, incluyendo a los buenos actores que interpretan a los personajes que interactúan con ella (Vincent Cassel, Mila Kunis, Barbara Hershey). La actuación es tan descomunal como para que algún fundamentalista le sugiera plantearse el retiro: ¿para qué seguir si artísticamente es insuperable? Un tour de force impensado en una actriz que parecía haber llegado a su pico con obras como mucho correctas mezcladas con bastante mediocridad de todo tipo. La imaginación de Aronofsky para la puesta en escena –especialmente en el último acto-, la tétrica ambientación de Thérèse DePrez, las texturas y climas obtenidas por el genial DF Matthew Libatique y el aporte siempre bienvenido del compositor Clint Mansell le dan el marco ideal a esta oscura fábula sobre la búsqueda de la perfección y la represión sexual. Tuvo que pasar casi medio siglo para que Repulsión ya no esté tan sola…