LENTA TRANSFORMACION
Perplejidad, emoción y amor por el cine son algunos de los sentimientos que aparecen en esta bella (visual, musical, direccional y actoralmente) película de Darren Aronofsky, que desde la introducción comienza a crear detallada y delicadamente una metáfora perfectamente rematada y llevada adelante con una calidad técnica asombrosa y con el talento de cada uno de sus intérpretes.
Nina es una bailarina que está tratando de conseguir el mejor puesto en la próxima obra en la que participará. Luego de conseguirlo, se va a ver perseguida por una de sus compañeras que intentará robarle el lugar de cualquier manera posible.
Desde el comienzo, con ese intenso prólogo bailado y maravillosamente interpretado, la cinta inicia el extenso desarrollo de los sentimientos de la protagonista, dándole mucha importancia y énfasis a la dura relación con su madre, una mujer autoritaria y controladora, y a los problemas que ella misma va teniendo con su propia identidad y con las exigencias del baile. Todo este desarrollo del comienzo presenta un ritmo que nunca decae, que mantiene intacto el interés del espectador y lo atrapa para seguir observando y experimentando cada una de las reacciones futuras de la mujer.
Es así, como la historia comienza a desarrollar diferentes variantes o circunstancias que hasta el último minuto de proyección se mantienen en suspenso y crean, en todo momento, un drama muy bien logrado y un juego entre realidad y ficción sorpresivo y maravilloso. La presentación de los personajes secundarios, ya sea la rival de la protagonista, su instructor, la madre o la mujer a quien ella reemplazará en el espectáculo, presentan una intensidad y una fuerza muy marcada y profunda, cada uno tiene una identidad propia y una historia que comparte algún aspecto con el argumento de la obra interpretada.
Todo este desarrollo, de principio a fin, está acompañado con una música que, además de desarrollar el tiempo justo y la perfecta sincronización de los sentimientos y emociones que van apareciendo en escena, es muy rica por sus variantes y por la perfección con la que está interpretada. A su vez, se muestran muchas clases de ballet, que, si bien van mostrando detalles de la futura obra, mimetizan siempre un suspenso y una excelente variedad de sorpresas narrativas muy buenas. Se juega mucho con los espejos de las locaciones, ya sean de los salones de baile, los de los camarines, los de los baños o de una estructura que la protagonista posee en su casa para practicar y perfeccionarse en la técnica. Se crean falsos reflejos y movimientos que aportan un dramatismo increíble al relato y se juega mucho con los ángulos desparejos que apuntan directamente a la imagen en los vidrios. Esto mismo sucede con el sonido, que desde el movimiento del subte, hasta los pequeños roces de los brazos y giros en los ensayos, poseen el característico sonido de los aleteos de las aves.
Si bien son muchas las escenas de baile y la belleza visual que se desarrolla, con una determinante y muy bien implementada fotografía que aprovecha los detalles y hace una economía de recursos espectacular, el tinte que en todo momento el argumento desarrolla es dramático, con algunos pequeños pasos de suspenso, pero siempre acentuando la narración en la psicología de la protagonista. No se dejan preguntas sin responder, no hay movimientos de cámaras dudosos, no hay expresiones ni sentimientos que los personajes posean que no estén representados con determinación y no hay situación que no pudiese haber estado mejor dirigida. Es por eso que el trabajo de Darren Aronofsky es, además de perfeccionista y detallista, enceguecedor.
Las actuaciones no se alejan de la perfección técnica. Natalie Portman desarrolla con austeridad, lucimiento y mucha expresión un personaje muy complicado, que tiene muchas escenas en las que está sola y que debe enfrentar solitariamente las exigencias del guión. Su interpretación es muy fuerte, realista y variante, tiene una interacción con la cámara (en todos los bailes) pocas veces vista en este tipo de películas. Mila Kunis (Lily), desarrolla un personaje que hasta el final no se entiende, y ella le aporta ese misterio y profundidad necesaria para que se cree en todo momento ese enfrentamiento con la protagonista. Vincent Cassel, en un rol que es autoritario al comienzo (escena a solas con Nina), pero que con el paso de los minutos se va entendiendo, muy bien interpretado. Winona Ryder (Beth) tiene un personaje muy cortito, pero intenso y muy bien actuado. Barbara Hershey (la madre), quizás en el pepel más extraño, por su desarrollo, de la película, aporta talento en cada una de las escenas en su casa.
Una historia redonda, con una calidad técnica increíble, con actuaciones soberbias y una música que acompaña y magnifica los sentimientos de los personajes, "Black Swan" no es más que una excelente intepretación de amor por el cine, de perfección y de talento. Una de las mejores películas del 2010 y una de las que seguramente quedará en el recuerdo. Un intenso drama psicológico.
UNA ESCENA A DESTACAR: la última media hora, desde que Nina deja a la fuerza su casa y se dirige al teatro.