Terror bailado.
Existen pocas películas que se convierten en una experiencia cinematográfica distinta, “El Cisne Negro” es una de ellas.
Y esto ocurre porque la cinta es en realidad un cuento de terror, con casi todos los aditamentos del género, que por medio de un thriller psicológico relata la historia de una obsesiva adolescente que hace todo por obtener el papel de su vida: nada menos que el protagónico como bailarina de El Lago de los Cisnes del inmortal Tchaikovsky, en una nueva y polémica puesta en el Lincoln Center de Manhattan.
Nina (Natalie Portman) sólo vive para ser bailarina. Tiene una madre sobreprotectora (Barbara Hershey) que comparte la profesión con ella, y que no deja de apoyarla tanto como la presiona.
Al mismo tiempo que desea lograr su sueño profesional, Nina, vive y respira el mundo híper competitivo de los bailarines, de las puestas en escena y de la conflictiva relación con el director de la compañía (Vincent Cassel) tan genio como déspota. Él no duda en usar los métodos menos ortodoxos para sacar lo mejor de sus bailarinas. En este caso lleva al límite de lo soportable a Nina cuando la fuerza a actuar tanto al cisne blanco como al negro. Es ahí donde el terror y lo fantasmagórico se adueña del relato para ya no abandonarlo.
Es distinta a otras películas porque utilizando elementos conocidos -cámara en mano, efectos especiales- logra mezclarlos para generar en el espectador un nivel de compromiso para con la historia que le convierte en una rara avis en el cine. Esto se refuerza mucho más por el hecho de estar nominada a los Oscars como mejor película.
“El Cisne Negro” maneja a la perfección el tema “del doble”. Se nutre para ello de planos y contraplanos donde los espejos juegan un papel especial. En su momento, otro interesante cineasta y actor como Kenneth Branagh lo había logrado con su versión de “Hamlet”, delimitando el drama persecutorio y de fantasmas que el príncipe de Dinamarca soportaba.
Vincent Cassel (“Irreversible”) como Thomas, el director de la obra, es tan buen actor como casi revulsivo en su presencia. Es muy difícil generar empatía con sus personajes –siempre en el borde- pero al mismo tiempo son tan fascinantes sus interpretaciones, que no se puede dejar de admirar.
Y para el final está ella. Desde que Luc Besson, la vió con los pies colgando en una publicidad y dijo: “esa es la nena que quiero para “El Perfecto Asesino””, Natalie Portman paso a paso fue escalando en su carrera. Firme candidata para ganar el Oscar, su Nina es tan frágil y tan fuerte a la vez, que hará pasar al espectador por todos los estados de ánimo. Su entrega parece total como la de su personaje.
El director Darren Aronofsky logra impactar, shockear y remover al cine norteamericano tan inclinado, en general, a la película pasatista que no siguen madurando en el espectador con el correr de las horas. Ya lo había hecho con “Pi” y “Requiem para un Sueño”, ahora por suerte lo vuelve a lograr. También es productor de otro excelente estreno de la semana nominado al Oscar como “El Ganador”.
No se puede dejar de mencionar que “El Cisne Negro” cuenta con fuertes escenas, que pueden llegar a ser revulsivas para algunos. Pero de seguro, si se intenta el desafío, se llegará a buen puerto.