A esta altura se sabe que El Cisne Negro es una de las candidatas a Mejor Película en la entrega de los Oscar que tendrá lugar a final de febrero. ¿Merece estar en ese top 10? Decididamente. ¿Puede ser una de las principales contendientes? Es una apuesta que no paga poco.
No vamos a descubrir la pólvora al decir que El Cisne Negro es una proto continuación de El Luchador, la anterior película de Aronosfky. Nuevamente se nos muestra una disciplina –de la cual se exhiben los trasfondos- cuya vida útil del profesional no es larga y requiere de un enorme sacrificio y disciplina corporal. Nuevamente hay un protagonismo casi exclusivo por parte del actor principal. El Randy de Mickey Rourke –que estába en el otoño de su carrera- estuvo prácticamente todo el metraje, como lo está la Nina –en la cúspide de la suya- de Natalie Portman. Y nuevamente la cámara en mano se inmiscuye y nos zambulle en un mundo ajeno para muchos.
Lo que refiere estrictamente a la trama, Nina es una joven miembro del cuerpo de ballet de Nueva York que esta preparando una nueva versión de El lago de los Cisnes. Ella es la nueva elegida para representar el dual rol de la Reina Cisne, el papel más importante de esa obra. Por su inocencia, fragilidad, carácter sumiso y carente sexualidad es ideal para papel del cisne blanco. No así para personificar a su sensual, manipuladora, violenta y lasciva hermana gemela. Ahí es cuando llega la pujante Lily (Mila Kunis), una virtuosa cuyo baile es sensual por naturaleza y no busca la perfección que tanto anhela la flamante Reina Cisne. La recién llegada puede ser una seria amenaza para las pretensiones de la detallista Nina.
Al igual que El lago de los Cisnes, El Cisne Negro trata sobre dicotomías, sobre el otro yo, sobre contrarios. Por momentos Aronofsky usa trazo fino (vestimenta), y por lapsus lo hace con una brocha algo más gorda (el departamento del Thomas de Vincent Cassel). Los espejos, vitales para saber si el movimiento que se esta ejecutando es correcto en un estudio de danza, están presentes en casi todas las escenas. Pueden devolver la mirada u otro puede estar del otro lado.
Decíamos que la película trata sobre mitades. Luego que en la pausada primera parte se nos imbuye de los trasfondos de la danza y se plantan los primeros quiebres en la psique de la protagonista, está el complemento donde todo se vuelve más rápido, psicológico sensual y onírico. Por lejos, es lo mejor del film.
Para este punto Lily y Nina empezaron una amistad que le termina de allanar el camino a la segunda para lograr personificar –revolución sexual y matriarcal mediante- al hasta entonces elusivo cisne negro. Transformación que se completa en el esperado estreno.
Párrafo aparte para la enorme Portman. Si bien no es la primera vez que tiene un personaje que pierde su inocencia y pasa por una transformación extrema –en El Perfecto Asesino fue una niña que quiere convertirse en asesina profesional luego de ver a su familia masacrada y en V de Venganza es una productora televisiva que se vuelve una cómplice de un terrorista- con este protagonismo casi excluyente da la mejor actuación de su carrera.
El Cisne Negro le debe algo a El Luchador –hasta sus finales son casi calcados- pero tiene un espíritu propio.