Luego de mostrarnos el mundo de la Lucha Libre en El Luchador, Darren Aronofsky se propuso en El Cisne Negro ilustrar con su singular estilo el universo del Ballet.
El Cisne Negro nos contará la historia de Nina, una joven bailarina que pasa la totalidad de días inmersa en su pasión: la danza. Nina integra una prestigiosa compañía de ballet comandada por el exigente Thomas Leroy que para sorpresa de propios y extraños elige a la talentosa Nina para el papel principal de la obra El Lago de los Cisnes, teniendo que llevar adelante a el Cisne Blanco y el Cisne Negro, dos personajes absolutamente opuestos.
El Cisne Blanco fluye del cuerpo de Nina como si hubiera nacido para ese papel debido a que ella es una prodigiosa bailarina que se exige al máximo para así lograr la perfección, en cambio llevar adelante el personaje del Cisne Negro representa todo un trauma para ella por culpa de su fria personalidad y su terrible falta de sensualidad.
El problema mayor para Nina surge cuando comienza a destacarse una nueva bailarina llamada Lily que aparenta tener todas las condiciones que ella no posee. Lily es terriblemente sensual y arriesgada, justo los adjetivos que Leroy le demanda tanto a ella. Sin dudas Lily es una fuerte competencia para Nina.
La amenaza latente de su competidora y las extremas exigencias de ella misma, de su madre y de su profesor harán de Nina una persona altamente inestable que queda al borde de la locura.
La historia de este film coquetea permanentemente con varios géneros o sub-géneros con resultados dispares. Por momentos podríamos decir que El Cisne Negro es una buena película de suspenso y terror sin equivocarnos en absoluto, al igual que un drama familiar, erótico y pasional, todos con consecuencias satisfactorias.
El problema de este film se da en que el "género" predominante es el thriller y es justamente allí donde deja un sabor agridulce. El gusto agrío se debe a que El Cisne Negro en su afan por mantener su hermosa y perturbadora estética redunda demasiado sobre ciertas cuestiones que delatan los acontecimientos finales, que por cuestiones lógicas no voy a poder enumerar. Comentado el trago amargo, les comento que el sorbo dulce viene por el lado que a pesar de ponernos delante de la cara la resolución del conflicto en reiteradas oportunidades, este film no da respiro y atrapa desde el comienzo hasta el final, algo que sin dudas es por demás extraño y llamativo.
Es lamentablemente esta mencionada redundancia la que hace que la película se quede a las puertas de ser una gran obra.
Resulta llamativo que el mundo que antes nos ilustró Aronofsky sobre la lucha libre sea mucho más benévolo que el del ballet, incluso eligió una estética donde predomina la oscuridad. Esto se da fundamentalmente porque en el anterior film se da un ámbito de compañerismo, amistad y respeto, valores que en El Cisne Negro están desaparecidos por completo reemplazados por la competencia y la envidia.
Natalie Portman es la protagonista principal de este film y realmente hay que destacar la inmensa actuación que lleva adelante. Natalie estuvo casi un año preparandose para este papel y los resultados se ven en la cancha, con varias escenas de danza que derrochan estilo y clase por parte de Portman. Otro detalle sobresaliente de su labor es la metamorfosis que lleva adelante hacia las secuencias finales, donde realmente vemos los cambios de su caracterización.
Acompañando a Natalie vemos en muy buena forma a la bella y sensual Mila Kunis y el altanero y exigente Vincent Cassel.
El Cisne Negro se queda en un intento ambicioso de Darren Aronofsky, que hubiera sido algo muy superior si no se redundaba continuamente en detalles que esclarecen un final que termina siendo muy anunciado.