Esta brillante obra de Gaston Duprat y Mariano Cohn (El hombre de al lado, El artista) nos relata la historia de Daniel Mantovani (Oscar Martinez), un irreverente, talentoso y prolífico escritor argentino radicado en Europa. Que luego de consagrarse mundialmente al ganar el premio nobel de literatura, decide adoptar un perfil mas bajo (un poco adrede y otro poco, quizás, a causa de un “bloqueo de escritor”) y comienza a evitar todo tipo de exposición mediática y publica. Es así que, día tras días, recibe numerosas invitaciones para dar charlas, entrevistas, seminarios, recibir premios, etc, alrededor de todo el mundo; pero así como las recibe, las rechaza. Sin embargo, un día, entre todas las invitaciones que Mantovani ignora automáticamente, aparece una que capta su atención: El intendente de Salas, pequeño y humilde pueblo de donde el es oriundo, quiere reconocer su trayectoria y homenajearlo, nombrándolo ciudadano ilustre.
En medio de esta especie de crisis creativa/existencial, el escritor acepta la invitación y parte rumbo a la tierra que lo vio nacer. Pero Salas no es sólo su cuna, sino también la fuente de inspiración de sus exitosas historias. Cada una de ellas utiliza a la ciudad como marco y se nutre de sucesos allí acontecidos, de sus costumbres y hasta de sus personajes. Sin embargo, este detalle de la obra de Mantovani no es del agrado de todos los habitantes. Mientras que algunos se sienten halagados y orgullosos de que su pueblo sea representado y conocido alrededor del mundo, otros se sienten traicionados e insultados; ya que consideran que el autor se ha dedicado, exclusivamente, a mostrar la peor cara de Salas. Estas perspectivas cruzadas, convertirán lo que auguraba ser un tranquilo y placentero regreso a la raíces, en un revelador, y lleno de peripecias, reencuentro con amores, amigos y lugares del pasado.
Largometraje ilustre:
El ciudadano ilustre es una obra que se destaca en todos sus aspectos. La habilidad con que Cohn Y Duprat combinan armoniosamente la comedia, el suspenso y el drama, es admirable. Por un lado, logran entregarnos secuencias desopilantes, con un manejo de los tiempos milimétrico; mientras que, cuando es necesario, generan la intensidad y el suspenso requerido.
La utilización de largos planos estáticos en la mayoría de las escenas, ademas de potenciar la capacidad interpretativa de los actores, nos de la sensación de estar disfrutando una obra de teatro.
El magnifico guion de Andres Duprat construye, con una naturalidad e ingenio envidiable, un relato sencillo, ágil e hilarante; que ademas se da el lujo de explorar y reflexionar sobre cuestiones tales como el arte, la identidad, los orígenes y el éxito.
Las actuaciones son increíbles. Por supuesto, el trabajo de Oscar Martinez es soberbio; le basta una mirada para transmitir todas las contradicciones y motivaciones del complejo personaje que interpreta. Pero también, ademas de Martinez, gracias a un gran trabajo de dirección, cada uno de los actores (desde Dady Brieva y Andrea Frigerio, hasta quienes tienen pequeñas y desopilantes intervenciones) brilla cuando aparece en pantalla.
Conclusión:
Un guion magistral, interpretaciones extraordinarias y una efectiva y genial ejecución, convierten a El Ciudadano Ilustre en un nuevo clásico del cine nacional.