La dupla responsable de “Yo, Presidente” (2006), “El Artista” (2008), “El Hombre de al Lado” (2009) y “Querida, Voy a Comprar Cigarrillos y Vuelvo” (2011), Gastón Duprat y Mariano Cohn, se embarcan en su primera gran producción nacional protagonizada por Oscar Martínez, Dady Brieva y Andrea Frigerio.
“El Ciudadano Ilustre” (2016) narra la historia de Daniel Mantovani (Martínez), renombrado escritor argentino ganador del Premio Nobel de Literatura que, hace más de 40 años abandonó Salas, su pueblito natal, e hizo rancho en Europa donde alcanzó fama y popularidad gracias a los relatos inspirados en los recovecos y personajes de ese lugar al que juró no volver.
Sí, toda una contradicción, pero Mantovani es un personaje contradictorio que, tras despreciar el prestigioso galardón, no logró concebir una nueva obra. Ahora, desde Barcelona, pasa sus días rechazando propuestas mientras encuentra de nuevo la inspiración. Como un ardid del destino, le llega una invitación muy particular del intendente de Salas para retornar a su lugar de origen y, durante tres días de festejos, poder nombrarlo ciudadano ilustre.
Mantovani apenas lo medita y decide aceptar el desafío de volver a las calles que lo vieron nacer, y reencontrarse con viejos amigos y amores, sin medir las consecuencias que esto puede llegar a acarrear.
Desde el primer minuto que el escrito pone un pie en Buenos Aires todo se torna confuso, chocante y bizarro. Pronto debe abandonar sus “maneras europeas” y recordar que se encuentra en un lugar muy diferente donde todos le reclaman algo y lo consideran como una parte de su familia. Las primeras situaciones, llenas de halagos desmedidos y mucha idiosincrasia criolla, lo van ablandando, pero poco a poco las tensiones se empiezan a hacer presentes y este viaje de placer se va tornando en algo, posiblemente, peligroso.
Duprat y Cohn nos van llevando por un camino sinuoso, por momentos, lleno de humor y empatía hacia un protagonista que, de entrada, no nos cae tan bien por culpa de su petulancia (aunque se va haciendo querer); pero con cada giro todo se pone más tenso, incómodo, extraño y oscuro, convirtiendo lo que podría ser tranquilamente una comedia de situaciones, en un thriller casi psicológico que van en crescendo con cada giro de la historia.
Al final todo depende del espectador y lo que elige “creer” en este rejunte de dramas pueblerinos, comedia y algunos enredos que pueden no terminar tan bien. Los habitantes de Salas, en principio, orgullosos y felices por Mantovani, se van volviendo posesivos y dejan de lado sus modales para mostrar su verdadera cara de resentidos. Martínez se carga la película al hombre, los largos discursos del personaje y su cambio de humor a lo largo de tres días complicados. El escritor va reaccionando a su “entorno”, y así los realizadores van construyendo un relato que se desvía de las formas y convencionalismos, pudiendo desembocar en algo totalmente diferente.
“El Ciudadano Ilustre” se mueve entre diferentes puntos de vista, y recién cobra un verdadero sentido cuando llegamos al final de esta historia, un recurso muy inteligente por parte de los realizadores que no subestiman al espectador y lo suman a este juego cinematográfico que no tiene nada que envidiarle a Hollywood.