Con una gran movida de prensa y una gran expectativa, llega a los cines El clan, la película de Pablo Trapero que intenta retratar la posible intimidad de una de las más perversas historias familiares que conocimos en la Argentina, la de la familia Puccio.
Con un elenco encabezado por Guillermo Francella, y en el primer secundario el debutante en cine Peter Lanzani, Trapero nos sumerge en una tesis sobre cómo podían ser las relaciones dentro de la familia en cuestión.
Dedicando la completa atención de El clan únicamente a los vínculos entre los personajes, el director y guionista nos evita toda la trama policial y la investigación, y nos mete de lleno al clima tenso y las vicisitudes de los integrantes de una familia que cada vez se involucra más en una actividad marginal que los va consumiendo por dentro al mismo tiempo que les brinda la estabilidad económica que tanto disfrutan.
El clima de El Clan es asfixiante, sin que los hechos que se muestran sean todo lo truculentos que deberían ser, el relato nos sumerge casi de inmediato en la sensación de volatilidad que, particularmente el personaje compuesto por Lanzani, debería sentir respecto a la forma de vida que llevaban, y el joven actor, sin destacarse demasiado, hace una labor correcta, que permite al espectador empatizar con el personaje al mismo tiempo que lo detesta.
La actuación de Guillermo Francella está muy bien lograda, pero tampoco es deslumbrante. La composición de Arquímedes Puccio es un poco estereotipada en algunos momentos, y en otros, las conocidas muletillas actorales del protagonista, salen a la luz, frenando un poco el verosímil, por estar siempre asociadas a la faceta cómica del mismo.
Excelente por otro lado la labor del director de fotografía, quien logra en cámara un clima sórdido, a la vez que familiar, casi como si esta familia patriarcal fuese una clásica familia italoamericana común y corriente, aunque siempre este presente el aura oscura y escalofriante que genera la mirada de Arquímedes sobre el resto de la familia. La mezcla de sonido es otro aspecto impactante del film, con un trabajo que se aleja muchas veces del sonido natural y se pone en el lugar de las emociones de los protagonistas.
El montaje es muy atrayente al principio, pero a la tercer escena en la cual el código se repite, se vuelve previsible y reiterativo, perdiendo el gran atractivo que generó en un principio.
El clan se perfila como el estreno nacional más importante del año, la taquilla seguramente la acompañara, y en definitiva, es un producto que vale la pena ver.