Viaje a la intimidad familiar de los Puccio
La última película de Pablo Trapero se centra en la historia real de esta familia de San Isidro, sobre todo en el vínculo padre-hijo, que secuestró y ejecutó gente cercana a su círculo social.
Aunque haya días y años que delimitan períodos, épocas, los procesos históricos no empiezan ni terminan en una fecha determinada y en general tienen una prolongación que se va extinguiendo a medida que son superados por otro suceso. El clan se asienta sobre esta premisa para contar desde adentro la historia real de los Puccio, una banda que secuestraba gente cercana a su círculo social y luego los ejecutaba para no dejar rastros. La modalidad y la propia existencia de un personaje como Arquímedes Puccio como un siniestro pater familias que encabezaba esta modalidad delictiva, confirmaba el modus operandi de los grupos de tareas de la dictadura que siguieron trabajando, en los primeros años de la vuelta de la democracia, la primavera alfonsinista.
Pablo Trapero (Elefante blanco, Carancho, Leonera, El bonaerense, Mundo grúa), uno de los pilares de la renovación del cine argentino, desde siempre mostró un talento especial para la narración y a la hora de abordar la historia, eligió contarla desde las entrañas mismas de ese hogar de clase media de San Isidro y en particular, desde la relación entre Arquímedes (Guillermo Francella), mano de obra desocupada a partir de 1983 que seguía manteniendo vínculos con los militares y con "colegas" como Aníbal Gordon; y su hijo Alejandro (Peter Lanzani), un rugbier exitoso, comerciante de artículos náuticos, novio dedicado, que marcaba a las posibles víctimas.
El clan es un viaje a esa intimidad familiar que en su casa convivía casi sin contradicciones con los secuestrados. En ese sentido, el plano secuencia que va desde la cocina y la cámara que sigue a la bandeja con un plato de comida hasta el baño adonde está alojado un prisionero, es una soberbia lección de cine, al igual que la bienvenida a uno de los chicos que estaba en el exterior, luego un corte y a continuación el recién llegado ya participando activamente en la curiosa actividad familiar.
El film da cuenta de la locura de los Puccio y sobre todo del padre, un psicópata que primero sojuzgó a su propia familia -establecida, querida por su comunidad- y después fue por sus víctimas de afuera. Y claro, la puesta se asienta en la escalofriante composición que hace Francella de Arquímedes, a partir de una mirada glacial que esconde una cuota monstruosa de violencia y en el trabajo de Lanzani, en un papel que le permitió mostrar un amplio abanico interpretativo para dar vida a esa especie de ángel oscuro que fue Alejandro Puccio.
Una historia extraordinaria que El clan da cuenta de manera precisa, con los recursos del thriller melodramático, a partir de un caso real que bien podría ser de la órbita de los fantástico.