La obra maestra de Trapero.
Pablo Trapero es, junto a Adrían Caetano, uno de los grandes revolucionarios del cine ríoplatense. Él ha sido un protagonista indiscutible de la evolución del arte dramático de nuestro país, contribuyendo a perfeccionar el modo en que se cuentan nuestras historias más sentidas en la pantalla grande, y El Clan es, para mí, su gran obra maestra a la fecha.
Detrás de las mejores cámaras y de la mucho más refinada edición subyace el estilo cinematográfico que supo hacer célebre a Pablo Trapero, quien siempre demuestra que, con muchos o pocos recursos, lo que él sabe hacer es contar historias. El potencial del director ya no es una especulación sino una contundente realidad, y esta quizás sea la pieza de su cinematografía que mejor lo ejemplifica. El Clan es un escalofriante thriller basado en una historia real cuyo ritmo es poco menos que impecable. Y es que, haciendo alusión a lo mencionado anteriormente acerca de la escasez de presupuesto, Trapero ya no necesita apelar casi exclusivamente a la calidad actoral de sus dirigidos, sino que ahora puede invertir en imágenes y en su posterior edición como un modo alternativo de perfeccionar la experiencia.
El resultado es soberbio. El Clan no sólo consta de sólida sustancia dramática, sino que también incorpora recursos narrativos variados que dinamizan la adaptación de un muy buen guión. Hay escenas brillantes y para todos los gustos; planos secuencia y planos fijos maravillosos, siempre acompañados por una edición de sonido prácticamente simbiótica. Y por supuesto están Francella y Lanzani, quienes han superado cualquier umbral de expectativas. Esto último es un mérito ya conocido de Trapero, quien suele arrancarle lo mejor a sus actores.
No exagero cuando digo que El Clan es una de las mejores películas argentinas que vi en mi vida. Toma una historia real que supera a la ficción y la traduce visualmente con un talento poco usual en la industria. Es un orgullo del cine nacional, sin lugar a dudas.