Un producto de incuestionable perfección visual y actoral.
Incluso para los que no vivimos en la época que ocurrieron los escalofriantes crímenes en los que se basa, la historia de El Clan ya prometía desde sus primeras imágenes atraer a un público masivo. Si bien el resultado a nivel visual y actoral es definitivamente incuestionable, y a pesar de poseer ciertos tropiezos estructurales a nivel guion, estamos sin lugar a dudas ante el plato fuerte que tiene para ofrecer la producción nacional de este año.
Crónica de un arresto anunciado
El Clan está ambientada en la Argentina de los ’80 y cuenta la historia de la familia Puccio, cuyo patriarca Arquímedes era la cabeza de un grupo que se especializaba en secuestros extorsivos. Cobraban el rescate, pero la víctima no volvía a salvo; estas eran ejecutadas, dado a que podían reconocer a sus captores. La película abarca los cuatro crímenes por los que fueron ajusticiados en la vida real, así como el círculo íntimo de los Puccio, con particular énfasis en la relación manipuladora entre Arquímedes y su hijo Alejandro, quien su fama de Rugbier era la tapadera principal, por no decir el gran nexo con y de los secuestrados.
A nivel guion, tengo sentimientos encontrados con El Clan. Las escenas por separado están tratadas con mucha solidez. En particular aquellas que describen la dinámica familiar, la turbia relación entre padre e hijo, la enemistad entre las dos hermanas, la subtrama con la novia de Alejandro, la vida de Alejandro en el CASI. Todo eso esta tratado con un mantenido pulso dramático. No obstante, cuando veo las escenas como un todo siento que hay un desorden, una falta de progresión, a la cual cada tanto le insuflan los crímenes a relatar para que no pierda tracción. Dicha tracción la recupera plenamente en el desenlace, a partir del arresto en concreto de los Puccio, donde la película termina llegando a suficiente buen puerto.
A pesar de los desacuerdos estructurales que pueda yo tener, no puedo negar que las escenas fueron investigadas y pensadas hasta en el más mínimo detalle. Una narración más clásica la hubiera ayudado muchísimo.
El ojo detallista de Pablo Trapero
A pesar de las reservas que pueda tener con su estructura narrativa, queda fuera de toda discusión que El Clan tiene una factura técnica impagable.
La fotografía y cámara en formato Cinemascope es de mucho cuidado y total riqueza, adornada por esos planos secuencia al estilo de Carancho, que Trapero casi siempre reserva para filmar, con mucha eficacia, los secuestros en cuestión.
La dirección de arte es de un extremo detalle; nos sumerge en esa época desde el más amplio de los papeles tapices de la casa de los Puccio hasta minúsculos detalles como los anteojos que se venden en la tienda que la familia usa como fachada. Esto también se traduce al vestuario de los personajes, que debo afirmar la última vez que vi a alguien vestir de esa forma fue en las fotos de mi niñez. Precisión milimétrica sin fisuras.
El montaje, mas como yuxtaposición de planos que como progresión narrativa, es una herramienta utilizada con mucha precisión y sentido del espectáculo que alcanza picos de notable lucidez cuando esta emparejada con la música. La secuencia en donde se alterna una escena de sexo con la ejecución de uno de los secuestrados es reminiscente al mejor Scorsese. La influencia del gran Marty también se siente en cómo la música preexistente juega un rol fundamental para no solo ambientar las escenas, sino subrayar mediante las letras lo que le ocurre a los personajes.
Otra cosa que me gustaría destacar es el uso del sonido. Pocas películas nacionales he visto donde a este apartado se le de tanta prioridad en lo sensorial. Uno capta las muchas historias que ocurren en esa casa. Las que tenemos delante de nuestros ojos, y aquellas que Trapero nos pone muy subyacentemente; como si escucháramos dos historias al mismo tiempo.
En el apartado actoral todos los intérpretes entregan interpretaciones decentes, y no tengo otra cosa más para criticar. Un laburo a la altura de las circunstancias. Pero también, me tengo que detener en los dos protagonistas de esta historia: Guillermo Francella y Peter Lanzani.
Guillermo Francella es sin lugar a dudas el punto más alto a nivel interpretativo que ofrece la película. Su Arquímedes Puccio asusta cada vez que aparece; tanto cuando esta calmo como cuando tiene ataques de ira. La composición de Guillermo Francella es perfecta y directamente sin fisuras. La suya es, sin lugar a dudas, la mejor actuación en cine de lo que va de este año. Puedo equivocarme, pero si me preguntan, para mí, el Premio Sur al Mejor Actor ya tiene dueño.
Peter Lanzani, por otro lado, aunque no es una revelación rimbombante, puede notarse que dejó todo en la cancha cinematográfica con su papel de Alejandro Puccio. Comete algunas incredibilidades, cierto, pero no son suficientes para manchar el que es sin lugar a dudas un logrado trabajo interpretativo; un paso en la dirección correcta que lo pondrá en la mira de más y mejores trabajos, jugados y complejos como los de esta película.
Conclusión
El Clan posee una factura técnica y actoral cuya calidad esta fuera de toda discusión. Aunque tenga mis reservas sobre la estructura del guión, la historia ofrece instancias dramáticas dignas para el lucimiento de sus actores. Si quiere ver a un Guillermo Francella radicalmente distinto, le propongo que le dé una oportunidad.