Totalmente olvidable pero sacará del espectador un par de risas.
No es secreto que la vida de una madre o padre es difícil. No todos tienen dinero para contratar chefs, niñeras, chóferes o ayuda para la casa y todo eso debe compensarse con tiempo: para cocinar, para cuidar a los niños, llevarlos a todos lados y mantener la casa en orden. La historia ha llevado a ambos padres a formar parte del mercado laboral, por lo que los adultos están cada vez más ocupados. Todos estos problemas son comunes en la mayoría de las casas de trabajadores, y después de hacer tanto esfuerzo todos los días, no les vendría mal un descanso. Esta es la propuesta de Bad Moms.
Amy (Mila Kunis) es la única que se encarga de las tareas de la casa, de sus hijos y además trabaja. Su esposo es aniñado y nada de lo que hace es útil. La Asociación de Padres de la escuela de sus chicos es estricta y sofocante, y en un día difícil lo único que logran es llenar a Amy de problemas. Poco después conoce a otras dos mamás algo inadaptadas: Carla (Kathryn Hahn) y Kiki (Kristen Bell). Ninguna de las tres entra dentro del grupo de madres perfectas que la Asociación de Padres prefiere y es por esto que Gwendolyn (Christina Applegate) las tendrá entre ceja y ceja. Las tres deberán elegir entre vivir la vida o seguir siendo esclavas de esa inalcanzable perfección.
A pesar de que el dúo de directores de Bad Moms no es muy conocido con nombre y apellido, sus películas construyeron un tipo de comedia muy famoso hoy. Se llaman Jon Lucas y Scott Moore y son los guionistas de ¿Qué pasó ayer? (2009) y Si Fueras Yo (2011), pero para Bad Moms también tomaron la rienda de la dirección. El tono general de chick-flick que tiene esta película hace que ninguna de las actuaciones sea natural, sino una caricatura exagerada de la vida suburbana de Estados Unidos. El trío de Kunis, Hahn y Bell tiene buena química y se le dio tanto tiempo en pantalla que dejó a las villanas muy abajo en la lista de personajes relevantes. Su inclusión en la trama se siente completamente rebuscada e imita a estas películas para adolescentes, pero sólo logra ubicar a adultos en papeles que les quedan ridículos. La cantidad exagerada de secuencias musicales, casi videoclips, hicieron difícil y hasta aburrido seguir algunas partes de la trama.
El hecho de que la producción haya elegido a Mila Kunis, una modelo y sex-symbol actual, para el papel de alguien frustrado, fuera de forma y con una vida horrible le quita muchísima credibilidad a la película entera. Es cierto que en el resto del elenco hay algo de variedad en cuanto a edad y fenotipo, pero que la protagonista sea alguien tan perfecto hace que todos los problemas que su personaje tiene no resuenen naturalmente con el público, que probablemente es menos atractivo, vive en una casa más fea y trabaja más horas. Nada de esto es responsabilidad de Kunis, que se desenvolvió perfectamente en el papel que le dieron. Por otro lado, si bien es sólo una comedia para pasar el rato, el mensaje sobre los roles de la casa que transmite es poco menos que malintencionado. En una trama que busca poner a la mamá en el centro, la solución al conflicto no debería ser “hay que conformarse con madres medio pelo” sino “la casa es de todos, todos tienen que cuidarla”. No es algo verdaderamente serio, pero sienta un antecedente y reafirma costumbres algo sexistas que en el mundo real empezaban a dejarse atrás.