No la salva ni Statham
Que Jason Statham es uno de los grandes intérpretes del cine de acción no es, a esta altura, nada demasiado novedoso. Para mi gusto, es de esos actores cuya sola presencia levanta (mínimo: un par de puntos) cualquier producto por mediocre que sea.
El problema es que este film escrito y dirigido por Boaz Yakin es tan poco sorprendente, tan poco creíble, tan atado a las fórmulas, que ni siquiera la nobleza, el carisma y la potencia física de Statham alcanza a salvarlo.
El astro británico encarna a un alma en pena, un peleador callejero que lo ha perdido todo (desde su esposa hasta su dignidad) y coquetea cada vez más con el suicidio. Hasta que en su camino se cruza una niña de 11 años de origen chino con una capacidad proverbial para memorizar números. La pequeña es utilizada por la mafia de su país, mientras que a JS lo sigue también la mafia, pero rusa. Todos ellos (más unos cuantos corruptos que pululan por Nueva York) perseguirán al insólito dúo.
Lo que sigue son -claro- unas cuantas escenas de acción, coreografías de lucha construidas con cierto esmero, indudable profesionalismo, pero ningún sello verdaderamente distintivo. La película "se deja ver", una categoría que no le hace honor a un actor como Statham, quien ya ha demostrado que con buenos directores, guiones sólidos y set-pieces mejor diseñadas es capaz de grandes cosas. Esta vez, hace lo que puede con el material que tiene en manos y, por lo tanto, apenas cumple.