La vida de Alan Turing, el matemático genial que inventó la computación y venció a los nazis, es tan extraordinaria que es una verdadera hazaña hacer una película mediocre con ella. Pero eso pasa: más allá del trabajo de Benedict Cumberbatch o de algunas secuencias, el director decide que lo único importante de toda la historia es la homosexualidad de Turing, una manera sutil de discriminación que gana premios.