En este alud de biopics nos encontramos con una propuesta más que interesante y desconocida por las grandes masas que es la historia del matemático Alan Turing, quien gracias a su intelecto la duración de la Segunda Guerra Mundial fue menor a lo que hubiese llegado.
El film maneja muy bien el suspenso y el clima de guerra “de espionaje” pero sin llegar a sacarle el verdadero jugo a esta temática como lo han hecho otras películas.
Sin embargo, no creo que haya sido el propósito de los realizadores porque claramente se quisieron volcar en la vida profesional y personal de Turing, y lo que significaba ser homosexual en Inglaterra en esa época.
Benedict Cumberbatch, es la última gran estrella en ascenso en Hollywood y poseedor de miles y miles de fans alrededor del mundo gracias a su composición como Sherlock Holmes en la genial serie británica.
Ese rol en particular comparte algunos rasgos con el que le tocó en este estreno si nos fijamos en ciertos rasgos andróginos y “robóticos” del personaje.
El actor logra darle una gran dimensionalidad a su papel y que el espectador empatice con él a pesar de tratarse de una persona totalmente fuera de serie.
Keira Knightley acompaña bien pero tampoco se puede destacar demasiado. Su personaje suma al igual que los de Matthew Goode y Mark Strong.
El director noruego Morten Tyldum crea un buen clima balanceando el suspenso con el drama, pero tampoco hace algo muy destacable desde lo técnico como para resaltar. Su film es correcto y está bien en ese sentido.
El código enigma posee todos los elementos de Oscar que la Academia tanto gusta y que por lo general al público también, aunque existen los detractores de esa fórmula por ser efectista.
Es una muy buena película, con una historia más que interesante y una soberbia interpretación. O sea, un buen rato en el cine asegurado.