Una mente brillante
Llega una nueva biopic a nuestras carteleras. Otra película basada en una historia real que tiene múltiples nominaciones a los próximos Oscars. No es La Teoría del Todo, Francotirador o Inquebrantable. Este es El Código Enigma (The Imitation Game), buen film del noruego Morten Tyldum que cuenta con un encendido Benedict Cumberbatch en el papel del matemático Alan Turing.
A comienzos de la Segunda Guerra Mundial, los servicios de inteligencia británica convocaron a un grupo de brillantes científicos, matemáticos y criptógrafos para que aunaran fuerzas y descifraran los mensajes de Enigma, una maquina creada por los nazis y utilizada para marcar los futuros ataques. Turing entra al equipo por la puerta de atrás, pero pronto se convierte en el encargado de liderar un ambicioso proyecto que consiste en crear una máquina para decodificar a Enigma, y así poder finalizar con la avanzada nazi sobre los países aliados.
Es interesante ver los mundos que conviven en El Código Enigma. Un estilo de narración dinámico y temporalmente desordenado similar al de Red Social, el recuerdo de una pérdida depositada en una máquina que intenta simular a un humano como en Hugo, o la dificultad para establecer vínculos de los genios como ocurre en Una Mente Brillante. Todos esos componentes coexisten de manera notable, generando un producto homogéneo, lacónico y querible, si bien algo calculado, teniendo en cuenta que en algunos pasajes se nota demasiado cómo se crean escenas para generar determinadas situaciones y así virar el cofre de la felicidad hacia las nominaciones. Otro punto para su realizador es el abordaje de ciertos temas sensibles (como la homosexualidad de Turing y sus consecuencias), ya que no apela a sentimentalismos ni golpes bajos.
Benedict Cumberbatch la rompe en El Código Enigma.
El reparto está integrado por las figuras british de la actualidad: Benedict Cumberbatch, Keira Knightley, Matthew Goode, Mark Strong y el crack de Charles “Tywin Lannister“ Dance son algunos de los excelentes intérpretes que desfilan por el film, pero es Cumberbatch quien la descose toda en El Código Enigma. Benedicto (así le decimos los amigos (?)) aceptó este trabajo consciente de que representaba un importante riesgo, debido la repetición que suponía personificar en la pantalla grande a un genio tan incomprendido, soberbio, desapegado y fascinante como su Sherlock televisivo. Y la jugada le salió fenomenal. Alan Turing y Sherlock comparten el molde, pero Cumberbatch le agrega al matemático una capa de dramatismo e intensidad que lo eleva bastante por encima de su laburo en la pantalla chica. Knightley, Goode, Dance y Strong lo secundan bastante bien, destacándose siempre el cumplidor actor de Kick-Ass por encima del resto. Todavía no termino de entender qué vieron de sobresaliente los chochamus de la Academia en la actuación de la linda Keira para nominarla en la categoría a Mejor Actriz, pero bueno, si le dieron una estatuilla a Sandra Bullock por Un Sueño Posible…
El Código Enigma presenta, gracias a la actuación de Benedict Cumberbatch y a la eficaz narración de Morten Tyldum, las principales fortalezas para destacarse en un año bastante recargado de biopics e historias reales.