Interesante biografía de una mente brillante.
Candidata a 8 Oscars (film, actor, actriz, director, guión, música, montaje y diseño de producción), ésta es la biopic de Alan Turing, genio del espionaje durante la II Guerra, pìonero de la computación, víctima de la desconfianza y la legislación antigay de su época. Una historia interesante, bien actuada y bien hilvanada desde el comienzo mismo, cuando el personaje desafía a su interlocutor a seguirlo sin perder el hilo.
Dicha historia cuenta cómo Turing logró descifrar el código secreto de los nazis, cuyas claves cambiaban cada 24 horas, cómo y por qué cayó luego en desgracia, y cómo se forjó su personalidad durante la infancia. Todo eso, entremezclado con ejemplar equilibrio, para que el público aprecie los detalles de la trama, comprenda el pensamiento del científico, advierta costumbres, criterios y prejuicios de aquel entonces, deje pasar un puñado de convenciones cinematográficas y descuidos de ambientación histórica, y no tenga tiempo de cuestionar ciertos puntos oscuros del relato. Por ejemplo, ¿cómo sabe Turing lo que busca resolver el Alto Mando en Bletchley Park? ¿cómo logra que Winston Churchill lo ponga al frente del equipo, desautorizando a su comandante? ¿qué hace después de la guerra? ¿puede alguien eliminar por cuenta propia su foja de servicios, al punto de dejar un sobre vacío?
Algunas partes suenan a novela poco verosímil, otras son muy esquemáticas y todo es ciento por ciento políticamente correcto, en especial lo referido a la única mujer del equipo, sus lindas consideraciones sobre el matrimonio con un homosexual, y, por supuesto, la recriminación contra una ley que los ingleses mantuvieron inútilmente de 1885 a 1967, y condenó al oprobio por escándalo público a Oscar Wilde y otros súbditos de gran talento. En 1952 Turing logró evitar la cárcel. Aún así perdió cargos públicos y privilegios oficiales. En 1954 se envenó agobiado por estos hechos. Es la teoría actual. Otra dice que lo mataron por creerlo espía al servicio de la URSS (otros colegas suyos lo eran y así terminaron). Y hay quien recuerda su poca atención por las cosas cotidianas y sospecha que en una de esas, simplemente, se confundió de frasco.
Como sea, es una película atendible y despierta curiosidad por el personaje real. Benedict Cumberbatch lo encarna con gran dedicación: energía y tartamudeo, coraza de insoportable arrogancia, muy british, excentricidad de sabio perdido en su nube, fragilidad de quien se sabe solo, descubierto y abochornado. Buena actuación. También destacable, Matthew Goode como el joven Hugh Alexander. El film no lo dice, pero buena parte del mérito en el caso Enigma pertenece a un grupo de matemáticos polacos y al coronel Alexander, famoso ajedrecista y gran espía. Para interesados, se recomienda leer "Alan Turing. El pionero de la era de la información" (B. Jack Copeland), "La catedral de Turing. Los orígenes del universo digital" (George Dyson) y "Alan Turing. El hombre que sabía demasiado" (David Leavitt).