Una película que desafina
El concierto es del tipo de películas que odio: obvia, burda, maniquea... El tono elegido (cercano al grotesco), la total inverosimilitud de su trama (quién se puede creer este tipo de enredos en tiempos de Internet), su propuesta demagógica, su estereotipada y oportunista mirada sociopolítica (vean si no cómo se representa a los viejos comunistas, a los gitanos, a los oligarcas), su permanente exageración, sus personajes sin vuelo ni carnadura... todo se conjuga para resultar de lo más irritante.
Radu Mihaileanu (una verdadera deshonra para el excelente cine rumano) es el mismo de El tren de la vida y Ser digno de ser, pero aquí se "supera" con la historia de Andrei Filipov (Alexei Guskov), un director de orquesta del Bolshoi que 30 años atrás fue víctima de una purga antisemita por parte de la adminitración Brezhnev. En la actualidad, degradado a... ¡limpiar los baños! del teatro, descubre un ¡fax! que pide que la filarmónica rusa viaje a París para reemplazar de urgencia a la de Los Angeles para un concierto en el Thâatre du Châtelet en París. Andrei no tiene mejor idea que robarse la información y buscar a los viejos integrantes de su orquesta para rearmarla y viajar al evento. Luego de tan torpe premisa, vienen los mil y un contratiempos (cuando todo parece perdido surge siempre el golpe de suerte) hasta llegar al gran concierto final con la gente de pie y tirando flores al escenario. Sí, conté el desenlace ¿Esta claro que no la recomiendo?