Cuando segundas partes son mejores
James Wan es un director nacido en Malaysia que adquirió renombre con “El juego del miedo”, su segundo largometraje del que después se hicieron numerosas e injustificadas secuelas, ninguna dirigida por él afortunadamente.
“Rápidos y furiosos 7” fue su penúltimo y octavo largometraje y una de las mejores secuelas de dicha serie, además de un emotivo homenaje al fallecido Paul Walker.
En 2013 había dirigido “El conjuro”, aceptable film sobre una casa embrujada en la década del ’70, un tema bastante trillado que ya estaba en “The Amityville Horror”, de Stuart Rosenberg, aquí conocida como “Aquí vive el horror”, que le sirvió de inspiración.
“El conjuro 2”, la secuela recientemente estrenada, retoma el mismo tema de la anterior y al matrimonio Warren, que ya estaba en la primera de la serie. Habitualmente segundas partes son inferiores a las primeras y ello era lo que podía temerse en este caso.
Pero como bien decía Adolph Zukor “el público nunca se equivoca” y luego de sumar en apenas dos semanas casi1,2 millones de espectadores, 100.000 más que la primera en toda su carrera era lógica la curiosidad de este cronista en ir a verla y comparar.
Nuevamente están Ed y Lorraine Warren, interpretados respectivamente por Patrick Wilson y Vera Farmiga (”Amor sin escalas”), una pareja norteamericana que investiga fenómenos paranormales. En esencia la historia es la misma de la anterior pues habrá otra casa donde vive una madre soltera con varios hijos, con Janet (Madison Wolfe), la menor de las hijas que parece estar poseída.
Hay, sin embargo, una gran diferencia que quizás explique que la secuela supere a la original. Ahora la casa está localizada en Inglaterra y es otro el clima que proporciona la diferente localización. También está mejor dosificado el “crescendo” dramático, ya que en la primera hora se minimizan las apariciones de personajes sobrenaturales, tan típicas de películas del género de terror.
El matrimonio Warren se desplazará a Gran Bretaña, en misión y deberá confrontar con la televisión de la época (mediados del ’70) y averiguar si se trata o no de una farsa, como sospechan autoridades policiales y “expertos” muy a menudo mediáticos.
Gran mérito de “El conjuro 2” es sostener el interés y evitar los “golpes bajos” , salvo en contadas oportunidades, en los 133 minutos que dura una segunda parte que supera en calidad a la original.