El cine de terror está vivo y con los pelos de punta
En el año 2004 todos nos sorprendimos por una pequeña película de terror llamada “El Juego del Miedo” (Saw). Esta obra había sido pergeñada por dos jóvenes que prometían renovar un género de terror que venía bastante saturado y repetitivo. Ellos eran Leigh Whannell y James Wan. Y todo lo que habían prometido lo fueron demostrando con creces, ya sea produciendo, escribiendo, actuando o dirigiendo. Wan decidió quedarse detrás de cámaras y nos regaló películas como “Dead Silence” (2007), “La Noche del Demonio” (Insidious, 2010) y finalmente “El Conjuro” (The Conjuring, 2013), en donde terminó de pulirse, dejar su sello y convertirse en el “rey del terror” actual.
Tal vez haya sido porque –y es justo decirlo– cualquier largometraje que traiga la leyenda “basada en un hecho real” tiene un plus para asustar (siempre que esté bien hecho, ¿no?). Haber tomado una de los casos de Ed y Lorraine Warren, famoso matrimonio de investigadores paranormales, fue un total acierto. Ellos fueron muy famosos décadas atrás y causaron gran sensación, y como esa película fue excelente todos esperamos ansiosos cuando se anunció su secuela. Hoy tenemos entre nosotros a “El Conjuro 2” (The Conjuring 2, 2016), una segunda parte muy digna de su antecesora.
Año 1977. El matrimonio Warren ha quedado demasiado expuesto después de un caso en el que participaron en una localidad llamada Amityville (gran guiño al público). Ed (Patrick Wilson) está cansado de que los traten como farsantes, pero el malestar de Lorraine (Vera Farmiga) pasa por otro lado: tiene miedo de que pase algo malo, sobre todo de que le pase a su esposo. Es así que llegan a un acuerdo y deciden no tomar ningún caso más. Mientras tanto, en la pequeña localidad de Enfield, en Inglaterra, Peggy Hodgson (Frances O’Connor) es una mujer abandonada por su marido, en una situación económica crítica y que vive con sus cuatro hijos en una casa que se viene abajo. En ese lugar comienzan a sucederse extraños sucesos y fenómenos paranormales, que afectan sobre todo a una de sus hijas, Janet (Madison Wolfe). Pronto, la renombrada pareja de demonólogos tendrá que intervenir para poder ayudar a esta familia.
El primer día de rodaje un cura bendijo el set de filmación. Dato fáctico. Y si eso los hacía sentir más seguros, está bien. Es que el caso Enfield fue uno de los más documentados de la historia, y también uno de los más terroríficos. En esta segunda parte no había que hacer muchas presentaciones, así que hubo tiempo en centrarse en la historia. Wilson y Farmiga transmiten química a través de la pantalla y todo el tiempo les creemos que son un matrimonio que se aman. O’Connor y la chiquita Madison Wolfe deslumbran con sus actuaciones. Pero lo que hace la excelencia de este film es su director. James Wan sabe qué asusta, cómo utilizarlo y en qué momento hacerlo, por lo que logra manejar a la audiencia a su antojo. Tal vez lo más flojo sea el subtrama sentimental de los Warren, que resta un poco a lo que estamos viendo. Pero son contadas con los dedos de una mano las oportunidades en que la secuela de un éxito mantenga el nivel y sostenga lo heredado. Y éste es el caso.
“El Conjuro 2”, en sus títulos, muestras las fotos de las personas reales, por si quieren irse a casa con más miedo. Bajo ningún punto de vista hay que perderse esta película. Si quieren probar si son capaces de no saltar de sus asientos ante un buen susto, ésta su oportunidad. No se preocupen si no tienen éxito, porque es probable que no lo logren.