El demonio vuelve a meter la cola
En El Conjuro 2, film que generó mucha expectativa, el protagonismo recae en el matrimonio Warren, los “cazademonios” más famosos, y una de sus historias de encuentro con espíritus.
El conjuro” es considerado, tanto por la crítica como por el público en general, la última película capaz de provocar miedo. Es por ello que la expectativa por esta segunda parte era mucha, exacerbada por la cantidad de fiascos en materia “terror” y sus parientes cercanos que vimos/ padecimos en los últimos años.
Nuevamente el protagonismo recae en el matrimonio Warren, los “cazademonios” más famosos y respetados, y una de sus historias de encuentro con espíritus para crear este nuevo filme.
Ed (Patrick Wilson) y Lorraine (Vera Farmiga) viajan a Inglaterra pero como asesores de la Iglesia en lo que podría ser una casa embrujada, pues, como el caso se mediatizó rápidamente, la institución no quiere realizar un exorcismo sin estar 100% segura de la veracidad del asunto.
La acción tiene lugar seis años después de lo narrado en el primer filme, y comienza con una secuencia en la famosa casa de Amityville, otro de los casos más importantes y que más marcaron la historia mediática y personal de los Warren. Es que allí Lorraine tendrá una premonición clara de un suceso que involucrará a su esposo, similar episodio que ya vimos en la primera parte y nunca tuvo explicación hasta esta entrega.
A raíz de ello, deciden parar con los trabajos, pero vuelven tras el pedido de un párroco y por la gravedad del tema: una niña es la poseída.
Nenes con miedo
La acción se traslada a Inglaterra entonces, adonde los demonó- logos llegan, y, como siempre, se encariñan con las víctimas.
Deberán batallar contra el espíritu de un anciano que se rehúsa a dejar la casa y asusta a los cuatro niños (la cantidad de infantes es recurrente, pero agrega tensión y gritos agudos que terminan siendo herramientas). Pero lo complejo no sólo será encauzar un exorcismo, sino que, entre espíritus y demonios, el caso tomará elementos de distracción del suspenso como género, dando una vuelta inesperada sobre el mismo eje del relato.
El acierto de la saga es mostrar la humanidad de los cazadores, casi siempre manteniendo la fe en lo que les cuentan (en esta oportunidad varias escenas hablan directamente de “fe”) y buscando que la familia pueda seguir su vida en paz.
De allí que genera empatía en contraposición a lo demoníaco y el horror en pantalla. La duración del filme (135 minutos) parece ser lo único adverso, pues es tediosa la carga que provoca el temor y el sobresalto durante tanto tiempo, y más cuando, al ojo de cualquiera, esto podría ser solucionado con una mejor edición (hay escenas que podrían haber sido obviadas por completo).
Por lo demás, el director James Wan mantiene la esencia de su predecesora y, si bien no será recordada con tanta excitación como la primera parte, “El conjuro 2” es una gran opción para ver en cine, asustarse y recordar cuán bien pueden hacerse las películas de terror.