Vuelven los Warren, vuelve el terror más profundo de la mano de James Wan, quien una vez más se pone detrás de cámara para dar cátedra de suspenso con “El Conjuro 2” (USA, 2016), secuela de la ya clásica cinta y que tuvo hasta un spin off olvidable.
En esta oportunidad la acción se retrotrae en el tiempo para mostrarnos a Lorraine (Vera Farmiga) y Ed (Patrick Wilson) en un momento de su carrera luego de los terribles hechos acontecidos en Amytiville y antes de afrontar un nuevo desafio.
Pero Lorraine no quiere saber más nada en esto de ser los especialistas en espiritismo más importantes del mundo, por lo que, alejada de todo, intentará llevar una vida normal. Pero claro está, esto es cine, y es Hollywood, por lo que Wan nos llevará a Inglaterra, a la humilde morada de una mujer (Frances O’Connor) quien verá como la apacible rutina junto a sus hijos se verá trastornada cuando un espíritu comience a “dialogar” con una de sus hijas.
Absorta y sorprendida, decidirá hacer una denuncia policial por los extraños sucesos que acontecen dentro de la vivienda, pero al no contar respuesta y ayuda, se volcará a hacer público el caso de la “posesión” de su casa e hija para así tener alguna respuesta “real” sobre qué está pasando.
Y cuando todo se comienza a complicar más en Inglaterra, los Warren son enviados hacia el lugar para obtener pruebas fehacientes de los hechos y descartar desde la Iglesia cualquier engaño que se quiera hacer.
Lorraine, atormentada por los miedos e imágenes de su última sesión, verá como este nuevo caso la expondrá a un sinfín de atrocidades, las que, encarnadas en la siniestra imagen de una monja diabólica, y la utilización de una niña de 11 años como vehículo del espíritu, la harán replantearse una vez más su condición de “vínculo” con el más allá y su condición como investigadora del más allá.
Wan maneja con maestría el suspenso y el fuera de campo, y se aprovecha de algunos recursos del género que trastocan la lograda narración, digresiva, pausada, con la que comienza a conformar el universo Warren y el universo Hodgson (la familia asediada por el demonio), tan necesario para el relato como la dosis exacta de miedo y terror que le impregna a la historia.
Además aprovecha para jugar con el dispositivo, y así logra escenas inmersivas, planos subjetivos, cenitales, y logrados travellings, que intenta simular la idea de plano secuencia, que elevan la calidad del producto.
“El conjuro 2” es una de las más acabadas muestras del cine de género, ese que tantos adeptos tiene, logrando cumplir con el objetivo que se plantea y superando con creces las expectativas depositadas en la secuela, las actuaciones protagónicas, la suma de una serie de secundarios de lujo (Franka Potente, Simon McBurney) y la tensión in crescendo de la historia.