El Conjuro: el diablo me obligo hacerlo es la octava entrada en la saga iniciada en 2013, cuando conocimos al matrimonio Warren. Porque si bien esta sería la segunda secuela, también hay que contar las películas de Anabelle (2014/2017/2019), La monja (2018) y La Maldición de la Llorona (2019). Todas transcurren en el mismo universo.
Sin dudas este es el más flojo de los films que tienen a los Warren como eje central, pero no es una mala película.
Lo que más me atrajo es el caso real en el cual se baja y la contraposición fáctica que hay si uno se pone a investigar luego de haberla visionado. Asimismo, se nota la ausencia de James Wan en la dirección.
Y por más que Michael Caves, quién se encargó de La Maldición de la Llorona, tenga una impronta parecida, no puede lograr los climas de la primera y segunda parte.
Como que da la sensación de que los espectadores ya nos acostumbramos un poco a las sorpresas (en modo jumpscare) y giros que nos pueden proporcionar en este universo. Lo mejor del film son Patrick Wilson y Vera Farmiga.
Su dinámica sigue creciendo film a film.
No te cansás de verlos y en lo particular, me encantaría más entregas con ellos e incluso una miniserie. Del resto del elenco no hay mucho para agregar. Están correcto y dentro de lo esperado para ese tipo de roles.
Tal vez se lo puede mirar con más cariño a John Noble, pero solo por su trayectoria.
En definitiva, El Conjuro 3 no se destaca, pero tampoco es un mal exponente. Incluso, si te apoyás como espectador en el lado policial, garpa un poco más.