Mi casa es su casa
EL CONJURO forma parte de una más o menos reciente tendencia del cine de horror de devolverle al género un carácter algo más documental. No me refiero en este caso al estilo “material encontrado” (o cámara en mano o cámaras de seguridad) de buena parte de los éxitos recientes del género, sino en el simple y sencillo hecho de presentarse como filmes basados en historias reales, algo que los conecta a buena parte de los mejores exponentes del género de los años ’70. Y si hay algo a lo que EL CONJURO quiere parecerse es a ese tipo de películas sobre posesiones demoníacas de esa época. Sólo que combinado, en este caso, con otro subgénero del terror que es el de la casa embrujada.
Un enorme éxito en los Estados Unidos -donde se transformó en la película más rentable del año en su relación costo/recaudación-, el filme de James Wan (que próximamente dirigirá la séptima entrega de RAPIDO Y FURIOSO, y al que se lo conoce más que nada por su primer episodio de EL JUEGO DEL MIEDO y por LA NOCHE DEL DEMONIO) no suma esos subgéneros sino que los divide en partes. La primera mitad del filme, centrada en una familia (Lili Taylor y Ron Livingston) que se muda a una casa bastante destartalada en el medio de la nada, responde a uno de sus formatos. La segunda, más directamente relacionada con un exorcismo religioso, al otro.
Hay un tercer eje, sin embargo, que la separa de ambos exponentes. Y es que además de seguir las vivencias de la familia (madre, padre, cinco hijas mujeres), EL CONJURO se apoya fuertemente en la experiencia de una pareja de “especialistas en fenómenos paranormales” (Patrick Wilson y Vera Farmiga) que son convocados para investigar el caso. Y no sólo aparecen a la hora de ser llamados, sino desde el principio del filme, casi al punto que se puede decir que son tanto o más protagonistas que la familia en problemas.
conjuring3Esa misma división en mitades está en las apuestas estilísticas de Wan. La primera mitad es seca y silenciosa, apoyada en los ruidos de la casa vieja, los relojes que se detienen, las presencias espectrales y unos muy efectivos aplausos en la oscuridad (provienen de una variante del juego de las escondidas que se hace a ciegas) que son un muy original y terrorífico elemento de la trama. Paralelamente a las complicaciones de la familia en la casa vemos a los proto Mulder & Scully (sí, la referencia es a THE X- FILES, para los que se olvidaron de la existencia de esa serie) hacer su gira de conferencias por universidades hablando de sus casos más famosos, para luego también observar cómo esos casos los han afectado, en especial a ella.
La segunda parte mezcla a ambas familias tratando de descifrar el origen de lo que está pasando en la casa y es más frenética e hiperactiva, respondiendo en buena medida a los cánones seguidos por el subgénero desde EL EXORCISTA a esta parte, con su iconografía religiosa y su creciente explosión de nervios, sangre y otras cosas, y con un si se quiere excesivo respeto por sus modelos consagrados. Esta parte, menos interesante, de cualquier modo resulta bastante efectiva.
No hay nada nuevo ni original en EL CONJURO, pero se trata de un filme de terror muy bien realizado, en el que Wan sabe muy bien dosificar la información para ir aportando diferentes niveles de tensión (y de lectura) al relato, no necesariamente a la altura del manejo de los tiempos, silencios y suspenso de los mejores filmes de esa época (el de William Friedkin sigue siendo insuperable, aunque es difícil encasillarlo en un género), pero sí logrando ser notoriamente clasicista (utiliza muchos planos largos en lugar de abruptos cortes constantes) para un cine que, en esta época, prioriza los efectos especiales y el shock, o bien la ironía y el guiño. Aquí, en cambio, la gran mayoría de los sustos provienen de efectos muy “old fashioned” como un pájaro dándose de cabeza contra una ventana.
conjuring1Cuando la película deja su “monstruo” en evidencia, se gana en brutalidad pero se pierde en intriga. No sólo por el hecho de que la película aplica acá un ritmo más efectista y contemporáneo sino porque ni Wan ni los guionistas hacen demasiado por sacar al filme del terreno de lo ya visto mil veces antes. Eso sí, en estos tiempos de furor por la vida y obra del Papa Franciso, el exacerbado (y muy útil) catolicismo que alienta la película como la solución para todos los males del mundo (tanto en el presente como en el pasado) puede convertir a esta película en una especie de llamado a la fe cuyo lema podría ser: “Bauticen a sus hijos”.
Basada en un supuesto caso real contado por los “demonologistas” Lorraine y Ed Warren (quienes se atribuyen la investigación del caso de 1977 que dio origen a la película AQUI VIVE EL HORROR/THE AMITYVILLE HORROR), la película transcurre en 1971 y se ubica en una época previa a la de EL EXORCISTA. De hecho, los Warren tuvieron éxito en su tarea más bien apoyados por temores que tienen que ver con la caótica situación política de los Estados Unidos de esa época, en plena crisis de la Guerra de Vietnam, además de una muy hábil explotación del fenómeno BEBE DE ROSEMARY. No sería extraño que la popularidad de la película derive en una nueva serie de filmes acerca de casos “reales” atravesados y “documentados” por los Warren. Será otra forma de seguir homenajeando, o lucrando, con nuevas versiones “realistas” de los clásicos de horror de los años ’70.