Sustos garantizados
James Wan, responsable de El juego del miedo (Saw, 2004) y La noche del demonio (film de terror al más puro estilo ochentoso y repleto de referencias a la mítica Poltergeist que fue todo un éxito), dirige esta nueva película que tuvo su génesis 20 años atrás, cuando Ed Warren mostró una de las grabaciones del caso Perron al productor Tony DeRosa-Grund, quien dedicó 15 años para encontrar el estudio que estuviera dispuesto a llevar a pantalla la historia.
La película está basada en la historia real de la familia Perron, que en la década de los 70, afirmaron haber presenciado encuentros sobrenaturales en su domicilio del estado de Rhode Island. Tras lo cual acudieron entonces a Ed y Lorraine Warren, un matrimonio de parapsicólogos e investigadores de renombre en el mundo de los fenómenos paranormales y expertos en solucionar casos reales de posesiones tanto de personas como de objetos, que se encontraron frente al caso más terrorífico de sus vidas.
Este nuevo trabajo del director vuelve a retomar la estética de consagrados films de terror de los 70’ y 80’ como El Exorcista, al que también hace alusión temáticamente y en su iconografía religiosa, y recoge múltiples referencias de películas como Actividad Paranormal (2007), Chucky, el muñeco diabólico (1988), Poltergeist (1982), y cita incluida a Los pájaros (1963) de A. Hitchcok.
A pesar de contar con los clichés característicos del género, y a diferencia de las ultimas producciones estrenadas, Wang opta por una concepción visual y una puesta clasicista (signada por prolijos encuadres, travellings y planos secuencias compuestos por una fotografía que juega entre las sombras y la oscuridad), que prioriza la creación de climas y elementos simples y efectivos para hacer saltar al espectador en la butaca.
Casi sin efectos especiales, y apostando al fuera de campo y los encuadres sumado a una precisa y contundente edición de sonido que permite climas muy bien logrados - al estilo de Los Otros (2001) o El orfanato (2008) - Wan va dosificando la tensión del relato para atrapar al espectador hasta el final.
Un inocente juego infantil, una cajita de música antigua o una muñeca que parece de verdad, se convierten en fuentes de tensión que sumadas a un manejo de la oscuridad muy particular, bastan para producir escalofríos.
Tal vez, su punto más flojo radique en plantear en el comienzo varias tramas, la vida de los Warren por un lado, la de los Perron y la muñeca (una de las mas interesantes), pero avanzada la trama y descubierta la fuente del mal, las abandona argumentalmente y solo sirven como electos de tensión.
Con una historia típica y conocida, pero muy bien contada, una excelente reconstrucción de época y apostando a los climas y el impacto sonoro, El Conjuro logra su cometido. Contribuyen en ello, el estar inspirado en hechos reales y el acertado casting y muy buenas actuaciones de Lili Taylor y Vera Farmiga.