La casa mete miedo
Con manejos clásicos, El conjuro es un buen exponente del género de Terror, entre tanto producto que prioriza los efectos por sobre los climas.
El género de Terror ha sido maltratado de tal manera en los últimos años con pésimas copias de los clásicos, con la utilización de efectos digitales para crear espectros monstruosos sin una pizca de fuerza y con miles y miles de litros de pintura roja, que se olvidó de lo indispensable.
En una buena película de miedo, lo que importa es la creación de climas antes que el sadismo, antes que la superpoblación de criaturas o el maquillaje. Y esto es lo que parece tener en claro el director James Wan, un tipo que tiene el lujo de haber dado inicio a la saga de El juego del miedo (producto que se fue desdibujando a fuerza de repetición). Con el estreno de El conjuro, lo que Wan intentó, y con bastante éxito, fue volver a las raíces y presentar una historia en la cual la principal herramienta utilizada para generar escozor, es precisamente la creación de climas.
Una pareja que se dedica al estudio y al seguimiento de todo fenómeno que roce lo paranormal o lo diabólico (roles a cargo de Vera Farmiga y Patrick Wilson), tiene que vérselas con la situación que atraviesa un matrimonio y sus cinco hijas en una casona solitaria. En ese lugar, muchos años atrás ocurrió un hecho macabro, y ahora ese pasado persigue a los actuales moradores.
Solitos en el campo. Con el cartelito que dice “basada en hechos reales”, que otorga ese plus necesario para el escalofrío, El conjuro tiene el acierto de combinar de manera casi perfecta el enigma que entraña “el caso” (relojes que se paran en una hora determinada, sonidos, movimientos extraños), con los manejos estilísticos que logra el director, con la música y con el buen trabajo del elenco a nivel general.
Wan coquetea con lo documental, pero en lugar de trabajar la película al estilo Blair Witch Proyect, vuelve a las viejas fórmulas que supieron dar resultado allá por los años setenta. Se detiene en los personajes, invierte más tiempo en la creación de situaciones en lugar de ir derecho al golpe de efecto.
Todo esto se nota a medida que avanza la cinta porque El conjuro tiene algo de aquellas perlas que machacaron las videocaseteras en las ya lejanas noches de sábado: la generación 30-40 se acordará de la nenita de Poltergeist, de Linda Blair y de Sissy Spacek (El Exorcista y Carrie, por supuesto). Si hay que destacar a alguien por el trabajo delante de cámara, es la dupla femenina la que resalta por su eficiencia. Vera Farmiga cumple sobradamente y Lily Taylor para este tipo de roles cae como anillo al dedo.
En definitiva, después de tanto eslogan tenebroso en los afiches y de las decepciones posteriores, El conjuro revitaliza el género de Terror y de Suspenso, haciendo uso de un clasicismo que parecía olvidado.