El conjuro

Crítica de Jonathan Plaza - Función Agotada

Nostalgia

En El Conjuro (The Conjuring) hay mucho de nostalgia y no sólo es la ambientación de los 70´s el medio elegido para transmitir esta añoranza. Ya desde los créditos, el párrafo introductorio sobre la labor de los Warren y el texto que afirma que el film está basado en una historia real se deslizan hacia arriba en una imagen continua que finaliza con el título del film. Ese título encierra una de las claves fundamentales. Su color amarillo rabioso trae a la memoria el color que comparten Janet Leigh y el título en uno de los posters color de Psicosis, así como también el del póster de El Baile de los Vampiros de Polanski. Su tipografía trae a la memoria a El Exorcista y La Profecía. Ese título remite a todos ellos pero al mismo tiempo es diferente, es actual. En ese devenir transita el film.

James Wan sorprendió en el 2004 con Saw o El Juego del Miedo, una película que si no está entre los clásicos modernos del terror es pura y exclusivamente gracias a sus desgastantes secuelas. A pesar de ese prometedor debut recién en el 2010 con La Noche del Demonio (ninguna brillantez) comenzó a perfilar el terror que se nota decantado en El Conjuro. Wan sabe sobre el cine de terror y lo demuestra volviendo al cáliz sagrado del horror que bien supieron explorar (y explotar) los maestros. Me refiero a la sugestión. El Conjuro tiene la pausa necesaria, un desarrollo sin apuros y todo dura lo que debe para generar el efecto deseado. El film le da aire a las actuaciones.

Otro aspecto destacable que se reconoce en esta organización clásica del terror es el uso del espacio a través de la cámara. La transformación del espacio real (decorado, casa, como prefiera) a través de la circulación que la cámara hace de ese espacio y la articulación del sonido en el mismo. Lo comúnmente llamado "espacio fílmico". Los planos secuencia, la progresión de los tamaños de plano (por corte o con zooms) y algunos movimientos de cámara poco comunes contribuyen a la construcción de la sugestión junto con la banda sonora y el trabajo de todo el departamento de sonido que resulta impecable.

Una vez creada la sugestión, Wan se despega y sobresalta a la manera "moderna". Al acercarse el final y habiendo tenido desarrollo de sobra llega al clímax y hace lo que tiene que hacer sin escatimar a la hora de mostrar lo que sucede en campo.

El Conjuro puede no ser una obra que se meta en la historia grande del cine pero tiene dos enormes cosas a favor: Su guión no tiene grietas (parece simple pero eso la convierte casi en un animal en extinción) y es una de las películas de terror mejor logradas de este último tiempo que nos tiene algo secos.