Un más que digno segundo largometraje del director de La inocencia de la araña.
En su ópera prima, La inocencia de la araña (2012), Sebastián Caulier ya había demostrado una particular sensibilidad para retratar las relaciones y el despertar sexual de los adolescentes en el ámbito escolar de una comunidad de provincia. En El corral, el director formoseño redobla la apuesta y abandona el tono más ligero y por momentos humorístico de aquel relato para adentrarse en cuestiones bastante más sórdidas y provocadoras.
Este segundo largometraje tiene como antihéroe perfecto a Esteban Ayala (Patricio Penna), típico nerd: anteojudo, pésimo para los deportes, aspirante a poeta, es la víctima preferida para el bullying por parte de sus compañeros. Cuando -ya iniciado el ciclo lectivo en esa secundaria pública- arriba al colegio Gastón Pereira (Felipe Ramusio Mora), un rosarino rebelde y tan antisocial como él, parece encontrar el compinche que tanto necesitaba. Manipulador y seductor, el recién llegado convence a Esteban de sembrar el caos en ese corral lleno de ovejas. “Juntos vamos a hacer historia”, le asegura. La violencia va in crescendo, la situación empieza a descontrolarse y la fascinación inicial pronto se convierte en culpa y remordimiento.
Si bien hay elementos varios que remiten a películas como La ola, Carrie, Elefante, The Dirties y por momentos surgen ciertas situaciones y diálogos que lucen un poco forzados, El corral adquiere vuelo propio en su exploración de la intimidad adolescente y la muchas veces conservadora e ingenua dinámica pueblerina. Un buen segundo paso para Caulier, que sigue desarrollando y profundizando un universo propio.