La venganza de los raros
El formoseño Sebastián Caulier vuelve a inmiscuirse en la educación pública para desarrollar varios tópicos que parecen obsesionarlo. Tanto en su ópera prima, La inocencia de la araña (2011), como en El corral (2017) trabaja una historia realista, de suma actualidad, pero desde un lugar diferente. En ambos casos lo que empezaba como una comedia negra se transforma en una historia dominada por el suspenso, con toques de terror inclusive.
1998. Esteban (Patricio Penna) es un adolescente que sufre de bullying (aunque en esa época todavía no exístía esa denominación como aclara el personaje al principio mediante un flashback) por parte de sus compañeros de secundaria. Pero un día se incorpora a su división Gastón (Felipe Ramusio Mora), un muchacho proveniente de Rosario, algo desgarbado, desprolijo, cancherito y al que da la sensación de que nada parece importarle. Entre ambos pronto nacerá una fuerte amistad que devendrá en una venganza desmedida contra aquellos que los provocan. Lo que empieza como un juego se les irá de las manos hasta convertirse en verdaderos criminales.
Caulier regresa con su segunda película a Formosa, a un colegio secundario y a colocar a un dúo protagónico de actores adolescentes desconocidos como desencadenantes de una serie de sucesos dramáticos que irán en un crescendo que no podrán dominar. Pero también vuelve a trabajar sobre el cine de género, y más precisamente sobre los cambios de género a través impensados giros narrativos. Todo indica que El corral podría ser una previsible Elephant (Gus Van Sant, 2003) nacional, pero no. El director trabaja un dispositivo de atmosferas y tensiones donde las piezas del rompecabezas se van articulando lentamente para pasar del drama a la comedia negra, y del thriller psicológico al terror, pero lo más llamativo es la capacidad para no perder el realismo ante hechos que parecen surrealistas. Los actos vandálicos que cometen con total impunidad bien podrían haber ocurrido, aunque cueste creerlo, sobre todo tratándose de un país como Argentina a finales del siglo pasado.
Con referencias a cineastas clásicos de la talla de Alfred Hitchcock y a películas modernas como Just Jim (2015), del actor y director Craig Roberts, El corral posiciona a Caulier como un gran narrador de historias simples que él, con destreza y personalidad, convierte en extraordinarias, algo no muy usual entre las nuevas camadas de cineastas argentinos. Además de un descubridor de futuros talentos actorales.