El corral, de Sebastián Caulier
Por Ricardo Ottone
A esta altura sabemos de sobra que la niñez y adolescencia no son ni un lecho de rosas ni un paraíso perdido, por más que algún despistado pretenda recordarlas con nostalgia como el último refugio de la inocencia y la pureza. En la breve filmografía del formoseño Sebastián Caulier esta idea es justamente la que se pone en cuestión. Así en el corto Los extraños, realizado para Historias Breves 5 (2009), una niña canta y observa fascinada como su hermana mayor y sus amigas van desapareciendo misteriosamente en una tarde de sol infernal. Mientras en su primer largo, con el irónico título de La inocencia de la araña (2011), dos chicas de escuela primaria, enamoradas de su profesor y celosas de su otra maestra, están dispuestas a llevar demasiado lejos su deseo de exclusividad. En el mismo sentido se plantea El corral, donde el agobio de la adolescencia puede generar monstruos.
Esteban (Patricio Penna) transita esta etapa de la manera más penosa. Típico perdedor de manual, nerd inconfundible, tímido, inseguro y malo en los deportes, lo tiene todo para ser el descastado del colegio y el blanco de todas las burlas. Su situación parece aliviarse un poco con la llegada del chico nuevo al pueblo y al aula. Gastón (Felipe Ramusio Mora) no puede ser más opuesto a Esteban: seguro de sí mismo, desprolijo e insolente. Sin embargo la condición de freaks en ese ambiente chato y el compartir una cierta sensibilidad (Gastón dibuja y Esteban escribe poesía) en un lugar donde esta escasea y hasta está mal vista, les asegura a ambos una afinidad a la que aferrarse y una actitud de Nosotros contra el mundo. En esa línea Gastón introduce a Esteban en su filosofía nihilista y lo convence de realizar anónimos actos de vandalismo para sembrar el caos y el miedo entre aquellos a los que compara con ovejas en un corral. Esteban accede un poco por su deseo de congraciarse con su único amigo pero también porque tiene su propia carga de resentimiento. Los atentados van creciendo en intensidad y gravedad hasta un punto de en que el juego se empieza a poner peligroso.
Esta situación no puede terminar bien y el espectador se da cuenta apenas es planteada. Esta previsibilidad sin embargo no le quita interés a la historia. Por el contrario el relato atrapa desde el principio y la inminencia de la catástrofe es más bien un incentivo para seguir mirando. Caulier, que es también autor del guión, maneja hábilmente el suspenso y la tensión. Logra además un interesante juego de afinidades e identificaciones. En principio uno no puede sino empatizar con el pobre y vapuleado Esteban, aunque tampoco evitar cierta aprensión o incomodidad en algunas situaciones. Con Gastón la cuestión es más compleja en tanto hay al principio una simpatía con su actitud desafiante y su ideario que al principio parece muy lógico y justiciero, pero a medida que avanza el plan se da un progresivo distanciamiento entre el espectador y el personaje en tanto se empieza a advertir que sus planteos de un elitismo en apariencia ingenuo llevan a una posición mesiánica y hasta a un germen de fascismo. El resto de los alumnos / pueblerinos, las ovejas del corral, pasan alegremente de victimarios embrutecidos a víctimas injustificadas cuando los amigos se dejan ganar por la violencia y el exceso.
El Corral es un film entretenido, bien contado y que no pierde el tiempo. Es también muestra de un hecho auspicioso que es la posibilidad de contar con eficacia historias poco habituales en el cine argentino y hacerlo además en el interior del país (toda la filmografía de Caulier transcurre en Formosa), una geografía que suele ser escenario de otro tipo de films. Caulier maneja cierto costumbrismo pero le escapa al grotesco. Descubre además la oscuridad bajo ese sol aplastante combinando el ámbito cruel y despiadado de la adolescencia con el infierno grande del pueblo chico.
EL CORRAL
El Corral. Argentina, 2017.
Dirección: Sebastián Caulier. Intérpretes: Patricio Penna, Felipe Ramusio Mora, Camila Rabinovich, Valeria Lois, Diego de Paula, José Mehrez. Guión: Sebastián Caulier. Fototgrafía: Nicolás Gorla. Música: Maxi Prietto. Edición: Federico Rotstein. Duración: 83 minutos.