Pacto de venganza en el colegio
El corral, película argentina de suspenso, sorprende por su planeto y cumple con todas las expectativas del género.
Ciudad de Formosa, 1998. Esteban está terminando el secundario, es tímido, poeta, no tiene amigos pero sí muchos enemigos. Víctima del bullying, no encaja donde debería y desde todos los costados se encargan de hacérselo sentir. Un día llega Gastón, otro outcast pero, como lo define una de sus compañeras, “un raro de los interesantes”. Y estos raros pasan de ser extraños, primero, a amigos después y cómplices más tarde. Extremadamente diferentes en un principio, con el correr del filme las diferencias van quedando borrosas.
Bajo la premisa de que todos podemos quedar encerrados en el corral y ser una oveja más del rebaño (si ya no lo somos) Gastón propone generar el caos. Para esto plantea diferentes acciones cada vez más violentas como manera contrarrestar la chatez de la ciudad y vengarse, en cierto sentido, de los patoteros.
El corral es una película inusual. Filmada en su ciudad, Formosa, el joven director sorprende con un filme muy bien dirigido, pensado y actuado. Uno de suspenso con todos los elementos presentes que hablan de un director que conoce y maneja el género. Caulier trata el periodo de la adolescencia en tono de thriller que incluye los conflictos, los peligros y las novedades de esta etapa de la vida en escenas de sexo, de acción y de tensión bien planteadas y resueltas.
Gran decisión es ubicar la trama en la década de los años ‘90 y quitar de la ecuación a la tecnología (aun complicada y difícil de incluir en la ficción) lo que, a su vez, acentúa el aislamiento de los habitantes de la ciudad y la extrañez que genera Gastón.
De manera precisa y no forzada, la película adentra al espectador en una historia que va escalando en violencia y peligro. La escasa profundidad de campo que presenta solo en foco a los protagonistas, el zoom y los primeros planos que llevan sí o sí la atención del espectador a lo que el director quiere mostrar, o la banda sonora que acentúa las emociones, podrían estar más medidos. Pero funcionan dentro de un relato de suspenso como es El Corral.