Corre el año 2014 en la Argentina. Es verano, el calor agobia y escasea la energía eléctrica por lo que se producen sistemáticamente cortes todos los días, en algunos lugares la restablecen unas horas, y en otras, no, directamente están semanas enteras sin poder usar la heladera o un ventilador. Las zonas de mayor densidad demográfica fueron las que tuvieron más problemas con el deplorable servicio eléctrico.
Las directoras Agustina González Bonorino y Regina Braunstein en su práctica de la carrera cinematográfica, junto a otros compañeros, escribieron el guión y lo produjeron para poder filmarlo y, a raíz de sus méritos, consiguieron que les den una pantalla para poder exhibirla.
Ellas, como tantos millones de personas, vivieron en carne propia lo que ocurría en el país, y desarrollaron la idea para que ocurra la película en un barrio de clase media baja, en el Gran Buenos Aires, que fue unos de los sitios más castigados por los apagones.
Son tres historias paralelas que se van entrecruzando. Cada una de ellas tiene sus problemas pero las une un denominador común, que, ante la falta de luz aparecen los delincuentes, que viven en villas cercanas y de algún modo u otro la gente no puede pasar las noches tranquilas, porque no sólo están a oscuras sino también que los ladrones están de parabienes.
Julia (Paloma Contreras Manso) y Rubén (Nicolás Goldschmidt) viven juntos en una modesta casita alquilada, están atrasados con el pago del alquiler y la chica es quién trabaja de pintora y empapeladora en una casa cercana, pero la dueña no le abona lo prometido.
Otra situación se da con Carmen (Roxana Berco) que vive sola en una propiedad un poco más confortable, y recibe la visita de su hijo Matías (Nicolás Mateo), recién llegado de un viaje al exteriory no se siente del todo cómodo en el barrio de su infancia.
Por otro lado, se encuentra un chico llamado Franco (Mateo Pona Silos) que permanece en la despensa de su padre, y cuando puede sale a alimentar a un perro perdido.
La realización mantiene un clima inquietante, de que algo más grave va a pasar, el fuera de campo, donde transitan los malhechores, está muy bien llevado porque nunca se corporizan, sólo vemos el resultado final, pues en definitiva, las directoras describen una lucha de pobres contra pobres de las típicas vivezas criollas, que ante una crisis se convierte en un terreno propicio para abusarse y perjudicar al más necesitado.
Lo negativo de esta realización es que, técnicamente hablando, no tiene un incidente inicial importante para saber desde el comienzo de que se trata, porque el corte eléctrico viene desde antes, como para modificarles algo al principio del relato, y tampoco tiene un contundente punto de quiebre que le dé un giro a la trama, hasta la resolución final.
A raíz de un gran problema que hubo en el país las directoras nos cuentan cómo vivimos y nos conducimos los ciudadanos, donde lo que impera, es el sálvese quién pueda.