El Crazy Che es un documental dirigido por los directores Pablo Chehebar y Nicolás Iacouzzi, que nos cuenta una historia tan disparatada sobre un personaje aún más particular, que parece salida de una película de ficción.
Nuestro protagonista es el argentino Guillermo Gaede, que luego de una infancia en Argentina se fue con su familia a vivir a Estados Unidos en la década de los 60s. Como muchos de los que crecieron en Latinoamérica en esa época, él admiraba al Che Guevara y seguía al movimiento comunista, particularmente el cubano. Recordemos que estaba viviendo en el Estados Unidos de Kennedy de la guerra fría, entonces no podía expresar abiertamente sus preferencias políticas. Alrededor de los 70s recibe la noticia de que en Sillicon Valley había muchísimo trabajo por el auge de las empresas de computación y decide mudarse con su esposa y sus hijos. Ahí consigue trabajo en una empresa de microchips: AMD. Una vez adentro, él ve la posibilidad de ayudar a Cuba, la rebelión y al comunismo, enviándoles información sobre los microchips con los que estaba trabajando. Pero recordemos que Guillermo era un don nadie: no tenía conexiones con ningún cubano, no estaba afiliado a ningún partido, sólo era una persona común y corriente. Entonces ¿cómo te convertís en un espía del comunismo? Guillermo le llevó algunos planos a un representante cubano en Estados Unidos. Ellos al principio consideran que es una trampa del gobierno de Estados Unidos, pero luego se dan cuenta de que la información que les estaba pasando Guede era demasiado valiosa para el gobierno cubano y el resto del mundo comunista que estaba atrasado por casi 10 años en estas tecnologías. Asi es como empieza a traficar información de microchips por mucho tiempo, hasta que decide ir a Cuba a “conocer mejor la rebelión”. Claro, cuando llega allá se da cuenta de que la rebelión es una mentira, de que había mucha pobreza, mucha gente pasando hambre, y que todo lo que le vendían era falso. En colaboración con un grupo de espías cubanos también descontentos con el gobierno de la isla, Gaede se ofreció para colaborar con la Agencia Central de Inteligencia (CIA). Pero el pacto, que también incluía al FBI, duró poco porque los estadounidenses no confiaban en la información que les proveía Guede. Asustado, Guillermo ‘Bill’ Gaede utiliza sus conocimientos de espionaje tecnológico para vengarse y vender tecnología de otra empresa -Intel- a China e Irán con un valor estimado de $20 millones de dólares. Fue esa venta la que eventualmente lo llevó a ser juzgado y encarcelado.
El documental está contado por los protagonistas: el particular Guillermo Gaede, su hermano, su esposa, compañeros de trabajo y reporteros estadounidenses. Hay muchas entrevistas, videos de archivo, y recreaciones animadas, bien dosificadas, que cuentan la historia de una forma detallada y fluida, y la historia se acerca a un ridículo tal que parece inverosímil, pero eso es la que la hace más interesante. Pero más interesante son las cosas que lo llevan a seguir con todo esto, sus motivaciones. Y a pesar de poner en riesgo a su familia y a sus hijos el en todo momento dice: “Lo tomé como un juego. Era algo que me salía bien, así que lo seguí haciendo. Pero nunca temí por mi vida”. Tremendo.