El crítico

Crítica de Sergio "Brujito" Olivera - CiNerd

¿QUÉ SE PUEDE HACER, SALVO VER PELÍCULAS?

Desde el nacimiento mismo del cine, uno de los grandes temas revisitados una incontable cantidad de veces, es el séptimo arte en sí. Es decir, el retrato, directo o indirecto, de aquello que se está realizando. Abundan las películas ambientadas durante algunas de las etapas de la producción cinematográfica, más no sea como detalle cool de la trama. Hablar del cine dentro del cine, hoy resulta un dato menor y, hasta cierto punto, trillado, dada la gran cantidad de películas que abordaron esta idea que, en su momento, resultó innovadora y refrescante. Son pocos los films que, hoy por hoy, realicen una reformulación de esta idea y no la usen como una mera excusa para atraer al público cinéfilo, que siempre disfruta de poder inmiscuirse en el mundillo del cine.

Desde este punto, es donde se puede dimensionar la gran propuesta de EL CRÍTICO (2014). Decir que es una película sobre el cine sería egoísta, dado que la ópera prima de Hernán Guerschuny (casualmente, director de la revista de crítica cinematográfica "Haciendo Cine") va mucho más allá de esto. Desde su planteo inicial se muestra como un ejercicio de pensamiento del cine, con sus leyes, reglas y convenciones, así como una suerte de análisis del rol que juega ese submundo cínico y complejo que es la crítica cinematográfica.

Víctor Téllez (Rafael Spregelburd) es un crítico de cine, desencantado con su vida e inmerso en una percepción grisácea de todo cuanto lo rodea, en especial su propio objeto de análisis. El cine se ha vuelto para él algo tedioso y fallido. Ya desde este inicio el director empieza a demostrar el virtuosismo con que maneja los recursos formales cinematográficos al incluir los pensamientos del crítico en francés, con la simple excusa de que "la voz en off en español no suena bien". Este tipo de elementos, así como el uso del blanco y negro, la cámara lenta, entre otros, irán aderezando una narración que siempre busca exponerlos ante el espectador. Hacer visibles esos elementos que la mayoría de los directores se esfuerzan por ocultar. Y es aquí donde el planteo de esta película resulta novedoso. El protagonista (así como el director) es un conocedor del cine y sus elementos formales, aquellos que conforman el film y que suelen pasar desapercibidos por el espectador dentro de ese gran “todo” que es una película. Y estos elementos estarán acentuados. Víctor Téllez se apropiará de ellos para construir su propia historia cinematográfica. Eso es lo disfrutable, la construcción de esa película dentro de la película está a la vista de todos.

La vida de Víctor dará un giro cuando conozca a una impredecible y emocional mujer (Dolores Fonzi) con quien construirá, paulatinamente, una de esas relaciones plagadas de lugares comunes de las que él tanto reniega. Así, el uso de las convenciones de género, los recursos estilísticos del cine y los guiños al sector de la crítica vendrán no sólo a aderezar la historia central de Víctor (en su búsqueda personal de superación), sino también la historia romántica que irá construyendo junto a la misteriosa mujer quien lo ayudará a ver que, amén de lo trillado, a veces está bueno romper con la vida analítica y dejarse llevar, un poco al menos, por los clichés.

Es cierto, la historia en si tiene sus momentos de zozobra, sus puntos débiles o predecibles dentro de la trama. Pero aún así, esta ópera prima se muestra muy sólida y, algo a remarcar, presenta una idea novedosa dentro de la cinematografía argentina. Siempre se agradece que alguien rompa los cánones con los que se viene trabajando y se juegue a una construcción más arriesgada o, al menos, diferente. EL CRÍTICO vino a ocupar ese lugar.